FERNANDO INFANTE
Euclídes Gutiérrez Félix es un comunicador nato. Los estudiantes que tuvieron la oportunidad de recibir sus enseñanzas, tanto en la escuela como en la Universidad, de seguro disfrutaron su expresividad y el manejo vigoroso y convincente de sus exposiciones.
Sus escritos en la prensa también han sido otra forma de mostrar sus condiciones para hacerse entender de forma fácil y atrayente y, en esa modalidad de expresión, también ha sobresalido su vocación para la didáctica y la orientación.
Este reconocido hombre público, a veces controversial y agudo polemista por la franqueza con que expresa sus ideas, ha publicado en estos días un voluminoso libro al cual le ha puesto por título Trujillo, monarca sin corona, tal como llamara a nuestro dictador por antonomasia, un destacado hombre de letras colombiano hace años. La facilidad para escribir y decir las cosas que destaca al autor de esta obra; la amenidad con que engalana su palabra escrita crea nuevos atractivos a hechos históricos que ya han sido profusamente divulgados sobre ese personaje fascinante que fue Trujillo y lo sigue siendo, quien, además, es una de las tantas principalías que ostentamos, porque representa con mayor dimensión de los demás al caudillo latinoamericano, ese producto propio de nuestra América que, al decir de Uslar Pietri, es lo único producto verdaderamente autóctono que creamos, y surge de nuestras guerras de independencia.
Trujillo, monarca sin corona es un libro atractivo porque el autor vierte en él sus claras dotes como expositor, y con esa cualidad suya despierta un renovado interés por la Era de Trujillo. Este nuevo aporte de Euclídes Gutiérrez a la historiografía nacional cumple sobradamente el interés del intelectual y catedrático universitario, honrosas actividades a las que ha dedicado la mayor parte de su vida; además de su quehacer político. Su libro es una exposición exhaustiva, metódica y cautivante de todo lo relevante de Trujillo y su gobierno, con el complemento de nuevos aportes que profundizan y dan carácter de novedad al tratamiento de muchos de los más importantes hechos del período gubernativo trujillista. Enriquece la obra, además, detalles no publicados antes, lo mismo que minuciosidades que revelan la intrahistoria y dan un sesgo a veces curioso que permite auscultar más los personajes y su accionar en el escenario que representaron en aquel ambiente de sumisión, grandeza y abyección.
Las reflexiones que hace Gutiérrez Félix acerca de los acontecimientos que narra tienen la lucidez que le conceden sus conocimientos históricos y del estudio que ha llevado por años sobre el tema que trata, la cual consideramos una gran obra nacional. Un ensayo abarcador que debe servir de nueva y fecunda fuente para una mayor y mejor comprensión de la Era de Trujillo, por los interesados en buscar o ampliar conocimientos de la obra de Rafael Leonidas Trujillo Molina y su ejercicio de gobierno.
Quiero referirme, de soslayo, al carácter de criminalidad personal que el autor le atribuye al gran protagonista de aquel dramático lapso de nuestra historia en toda la extensión de su importante texto. Sin embargo, el propio Gutiérrez Félix, señala que Trujillo llegó representando los más influyentes sectores sociales y económicos nacionales, para crear una nueva sociedad. Él representó en su momento las aspiraciones de esos grupos para un rompimiento definitivo con el pasado levantisco que impedía el ordenamiento social y castraba el orden necesario para el progreso. Por tanto, las acciones punitivas del régimen estaban orientadas, no ha satisfacer un instinto personal suyo, sino encaminadas hacia el establecimiento de condiciones que alcanzaran la pacificación y desarrollo deseado, por medio de la aplicación del terror, como tantas lecciones similares hemos encontrado en el desarrollo de los pueblos.
Los valores morales del historiador no deben sobreponerse al punto de reflexión que debe hacerse en cuanto a la criminalidad de Trujillo, sino preguntarse y analizar hasta dónde fue necesario el sacrificio y el sufrimiento que aplicó al pueblo en la búsqueda de los fines que persiguió. Lo que sí es trágicamente cierto es que debemos entender que: la historia es la más cruel de todas las diosas y conduce su carro triunfante por sobre montones de cadáveres, no solo en tiempos de guerra, sino también en tiempos de desarrollo pacífico ( )