“¿Ustedes creen que yo tengo una mata de cuartos?”

“¿Ustedes creen que yo tengo una mata de cuartos?”

Seguramente su padre o su madre le hizo a usted alguna vez esta pregunta; que más que pregunta, es reclamo.  Y, si tiene hijos, probablemente ya usted les ha hecho a ellos la misma pregunta… o, al menos, ha tenido el impulso de hacérsela, y no necesariamente en un buen tono.

En cualquier caso, esta expresión es un reflejo de la carga emocional que, en general, acompaña a la tensión que existe en toda comunidad familiar entre la demanda de recursos y su disponibilidad. 

Desde la perspectiva de la cultura financiera, son destacables algunos aspectos.

El primero de ellos es la comprensión de que es natural – y hasta deseable – que exista esta tensión entre demanda y disponibilidad.  Los recursos son, por definición, escasos; y si las demandas no son gestionadas, los recursos nunca serán suficientes.  Parte de esta gestión consiste en despojar al tema de carga emocional, lo cual se logra con una comunicación abierta y completa respecto de cuánto hay disponible, en qué tiempo y para qué.

Lo más común, sin embargo, es que – tal vez por un deseo de sobreproteger a nuestros hijos – los padres no compartamos esta información.  La intención puede ser buena, pero el resultado práctico es que nuestros hijos no tengan  la oportunidad de sensibilizarse respecto de los movimientos financieros de la familia, ni, probablemente, de comenzar a desarrollar una relación sana con el dinero. Comunique más, y verá cómo sus hijos comprenden más.

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Más que noticias
La comunicación acerca del dinero va más allá del “intercambio de noticias”.  Ya sea con la pareja y con los hijos, de lo que se trata es de compartir el sentido de dirección financiero de la comunidad.En este sentido, cuándo, por qué y para qué son preguntas más importantes que cuánto.  Si los objetivos de la comunidad están claros para todos, todos cooperarán.

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