“Y que salgan con facilidad”

“Y que salgan con facilidad”

Madrid.  EFE.  Una de las mayores paradojas de nuestro tiempo es que mientras gran parte de la población del planeta tiene a diario como principal preocupación comer, otra parte, precisamente la sociedad más desarrollada y rica, parece tener como mayor problema todo lo contrario: por decirlo finamente, deshacerse de lo comido. No hay más que sentarse un ratito frente al televisor y darse una moderada sesión de comerciales. Parece claro que la publicidad es un reflejo bastante fiel de la sociedad a la que se dirige; si esto es así, la sociedad desarrollada, el primer mundo, es una sociedad de estreñidos llenos de problemas gástricos y obsesionados con la línea y la salud.

En efecto, verán ustedes infinidad de anuncios de productos que garantizan “una alimentación sana”. Naturalmente, las perspectivas que ofrece esa vida “sana” no son muy atractivas: machacarse en el gimnasio, beberse no sé cuántos litros de agua -¡agua!- al día… y comer cantidades ingentes de lechuga con apenas una gotita de aceite y, por supuesto, sin sal, en ese disparate conceptual que es una ensalada sin lo que le da nombre, que es la sal.

Parece que la dieta occidental tiene consecuencias algo desagradables en el estómago y el intestino. Acidez, para empezar, de modo que se anuncian unos cuantos antiácidos… aunque desde que existe el omeprazol los demás, incluidos el clásico bicarbonato de sosa, están en franca regresión. Otro problema: gases.

Se publicitan numerosos productos para evitar o eliminar esos gases digestivos, por supuesto, de forma civilizada, porque con acompañamiento musical los elimina cualquiera.   En fin, todo esto hace que recordemos una ocasión en la que, en un pueblecito navarro encaramado a una colina, Ujué, con motivo de las fiestas dedicadas a la especialidad local, las migas, el párroco bendijo así la mesa: “Señor, te damos gracias por estos alimentos. Haz que nos entren con felicidad, y que nos salgan con facilidad”. Pues eso.

Promoción en la TV

Verán cómo proliferan los anuncios de cereales “con fibra”. En principio, para desayunar y seguir haciendo ricos a los descendientes de los hermanos Kellog; pero ya hay quienes recomiendan que la cena consista, también, en cereales fibrosos. Se nos garantiza que nuestras visitas al baño tendrán la exactitud de un reloj suizo.

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