La conspiración por la palabra, por la prensa, por el estudio de las necesidades de nuestro pueblo; la conspiración por el ejemplo y la persuasión; la conspiración por los principios y las ideas difundidos por la prensa y la enseñanza; esta nueva conspiración será, Excelentísimo Señor, de mi parte, eterna, constante, infatigable, de todos los instantes, mientras una gota de sangre bulla en mis venas, mientras un sentimiento moral viva en mi conciencia, mientras la libertad de pensar y de emitir el pensamiento exista en algún ángulo de la tierra. Domingo Faustino Sarmiento
Yo acuso al Presidente de la República de falta de fe en su país, lo acuso de solicitar y soñar con empréstitos extranjeros, con la quimera del oro, aun a costa de recibir el país las peores humillaciones, en vez de formular política grande, digna y amplia, que dé trabajo a los obreros chilenos… Pablo Neruda, Yo Acuso
Cuando terminé de leer el largo, emotivo y bien escrito discurso de Neruda, Yo Acuso, una vez supo que se había cumplido la petición del Presidente González Videla de que se le aplicara el desafuero. Antes de cumplirse la disposición, el poeta fue objeto de represiones y maltratos. Su casa fue incendiada. En su discurso afirmaba que ese hogar había sido construido con grandes dificultades y lo único doloroso será ver quemadas las colecciones de libros antiguos y de arte… Como dije en el artículo anterior, Neruda vivió un año oculto hasta que pudo salir al destierro.
Y hoy, rememorando las palabras del gran poeta chileno, he elaborado mi pliego de acusaciones. Tal parece que nuestro destino como pueblos latinoamericanos es transitar la historia a tropiezos. Avanzamos dos pasos, retrocedemos, seguimos caminando, nos caemos, nos levantamos…
Yo acuso a aquellos políticos que sólo ven sus luchas y sus acciones a través del estrecho prisma de sus intereses, personales o grupales.
Ellos merecen sanción y condena, porque con sus hechos han cosechado la desconfianza, han pisoteado el honor y la decencia.
Yo acuso a aquellos poderosos, del poder económico y político, que por su gula insaciable de tener, tener y tener han sido capaces de sembrar más hambre y dolor.
Yo acuso a esta sociedad de ser pasiva, cómplice y complaciente ante el poder del dinero y el poder del Estado. Una sociedad que se rinde y se deslumbra ante el brillo del oro.
Yo acuso a los manipuladores de las grandes masas. Los de siempre, los marginados de hoy y de ayer, son capaces de vender lo que son y lo que no son, de entregar su conciencia, su vida, su familia y su honor, sólo por un poco de pan y dinero. ¡Qué triste espectáculo esas filas de hambrientos, capaces de soportar largas horas, por el aliento momentáneo de sus miserias!
Yo acuso a los seres que viven sus vidas, sin importar la suerte de los demás. Acuso a los indiferentes, a los indolentes, a los egoístas, a los que sólo les interesa su pequeño universo personal.
Yo acuso a los empresarios usureros, que se aprovechan de las crisis para sacar sus grandes tajadas.
Yo acuso a los que se dicen ser demócratas y no respetan el juego de la democracia. Yo acuso a los que no escuchan, porque no les conviene a sus intereses.
Yo acuso a los hipócritas, a los falsos.
Acuso a los ambiciosos que por subir, subir y subir peldaños son capaces de atropellar y pisotear a sus semejantes. Acuso a los que cuando llegan, se olvidan de los de abajo.
Acuso y me acuso, de dolerme del dolor de los demás, y en vez de buscar soluciones colectivas, nos refugiamos en el tedio, la cólera y el dolor.
Olvidamos que tenemos una responsabilidad social de participar para transformar la realidad.
Asumo la responsabilidad de mis palabras… Pablo Neruda, Yo Acuso.