“Yo vengo a entregar mi corazón”

“Yo vengo a entregar mi corazón”

Iguna vez escuché cantar, decir, exclamar: “Yo vengo a entregar mi corazón”. Era una voz femenina y convincente. Era Mercedes Sosa, “La negra”, como le decían cariñosamente sus hermanos argentinos.

Supe, por alguna crónica, que el autor era su compatriota Fito Páez.

Y más adelante supe que Fito Páez vendría al país. Ya era suficiente para saber que yo iría a verlo al Teatro Nacional.

No conocía nada más de Fito Páez: Que era muy ovacionado y que arrastraba amplios admiradores en Suramérica.

Yo solo sabía repetir: ¿Quién dice que todo está perdido?/ Yo vengo a entregar mí corazón.

Esto era más que suficiente  para que provocara mi atención y sellaba comportamientos y deseos de compartir ideales.

De los géneros de hoy es poca cosa lo que puedo decir. Nada del rap ni del reguetón ni del perreo.

Sé que dicen de Madonna que es la reina del arte pop. Pero ese tema me dice poca cosa. Me aíslo del rock sin yo pretenderlo. Sé que la llaman /reina del pop/ y sé que esto se trata de aires populares. Y bien sé que el término es anglicano y tiene que ver con los estilos de música de raza negra.

Quizás de alguno de esos estilos dicen que es la música de los músicos ¿Quizás el jazz? No lo sé.

Por eso, cuando acudí al Teatro Nacional, a más de la mitad del espectáculo del acreditado Fito Páez, estuve confundido.

Pensé que ésa no era la ceremonia que yo procuraba.

Aquellos brincos, gesticulaciones, movimientos, algunos decires y otros y/o quizás algunos sentires, me habían decepcionado.

¿Qué pudo ser? ¿Cómo que me faltó orientación?

Alberto Cortez, don Atahualpa Yupanqui, Leonardo Favio, Paloma San Basilio, Víctor Manuel, Ana Belén, Andrea Bocelli. Pero ¡oh, sorpresa! Comenzaron arpegios diferentes, de una pieza que me parecía algo especial, maravilloso.

Un breve silencio y de inmediato suena:

¿Quién ha dicho que todo está perdido?/ ¡Yo vengo a entregar  mi corazón!

¡Cuánta sangre que se llevó el río!/ Yo vengo a ofrecer mi corazón.

Como un documento inalterable,/ yo vengo a entregar mi corazón.

Cuando no haya nadie cerca o lejos, / yo vengo a ofrecer mi corazón.

Cuando los satélites no alcancen, yo vengo a entregar mi corazón.

No será tan fácil como pensaba, ni será tan simple… Una cuchilla vaga de amor…

“Yo vengo a ofrecer mi corazón…”

Así de simple ha cantado en este mundo fallido, don Fito Páez.

Con clara conciencia de ideales, de torpes acciones, de frustradas búsquedas insalvables para pretender el retorno a lo más recóndito del alma, con la más firme decisión de querencias y la eliminación de enredijos que nos impulsan hacia abismos insondables

Publicaciones Relacionadas

Más leídas