MONTECRISTI. Si se lo cuentan, es muy probable que dude, que el reloj de Montecristi tiene 118 años funcionado y nunca ha dejado de dar la hora. Ciertamente que esta es una hazaña de la que los pobladores se sienten orgullosos y que por demás atesoran.
Como montecristeña de nacimiento, les cuento que este artefacto fue fabricado en Francia por el relojero Jean Paul Garnier, a un costo de 15,000 pesos mejicanos de la época y fue traído desde el país europeo por el venezolano Benigno Conde en el barco a vapor Lavinia y al llegar a tierra montecristeña fue llevado en tranvía hasta su lugar original, el Parque Duarte, -antigua Plaza de Armas- instalado el 11 de marzo de 1895 e inaugurado el 29 de junio de ese año.
El centenario reloj público de San Fernando de Montecristi es una estructura en hierro que es símbolo de la ciudad, con forma semejante a una botella de champaña y fue adquirido por iniciativa de Conde Vásquez y el Ayuntamiento mediante recolección de fondos para su compra.
Cuenta la historia que en las celebraciones de su inauguración estuvieron presentes el general dominicano Máximo Gómez y el apóstol cubano José Martí, quien expresó: Este reloj marcará muy pronto la hora de la redención de Cuba. Este vaticinio se cumplió.
Y es que Montecristi a pesar de todo el olvido que ha tenido de los gobiernos y de los propios inversionistas de turismo, es de por sí una ciudad innata en un turismo cultural, histórico y de aventuras.
La altura de la torre en la que descansa el reloj alcanza los 96 pies y ha sido restaurado en tres ocasiones.
Otras atracciones. Se reconoce que los corales de Montecristi son los mejores preservados en el país. Las excursiones de tipo eco-turístico para observar manglares, cayos y descubrir grandes y pequeñas playas son propias de este destino, el cual es para turistas más aventureros y que gustan de los recursos naturales.