120 años de historia

120 años de historia

SANTIAGO. Por decreto del Poder Ejecutivo, el Centro de Recreo fue declarado en 1991 como Patrimonio Nacional, en atención a sus valores arquitectónicos que lo hacen una pieza única en el país.

El relativo esplendor que todavía pervivía en los años 60 y la primera mitad de los 70, gracias a los bailes aniversario del 15 de agosto y el 31 de diciembre y las fiestas de carnaval para niños y adultos con sus célebres comparsas, auspiciadas por J. Armando Bermúdez y Co., Brugal y Co. y la Compañía Anónima Tabacalera, así como celebraciones particulares, hicieron de este lugar un ícono histórico, cultural y turístico para la provincia de Santiago, y sobre todo para Santiago de los Caballeros.

Como objeto fundamental, el Centro de Recreo estaba orientado al esparcimiento a través de manifestaciones de una cultura elitista en provecho de sus socios, en tanto reflejo de sus parámetros socioculturales.

Este enigmático lugar, en cuyas paredes hay huellas de una sociedad que logró que Santiago fuera colocado en el mapa del mundo, está cargado de historia, cultura y forma parte de los atractivos que esta ciudad tiene para mostrar.

Allí pernoctaron figuras y personalidades internacionales y nacionales como José Martí, padre de la Independencia de Cuba; el presidente Rafael Estrella Ureña, José María Cabral y Báez, el ilustre pensador mexicano José de Vasconcelos (en 1926), la escritora española Concha Espina (en 1929), Eugenio María de Hostos, y los presidentes Eladio Victoria, Rafael Leónidas Trujillo Molina, Donad Reid Cabral, Antonio Guzmán Fernández, Salvador Jorge Blanco y Joaquín Balaguer.

Para contarnos sobre el nacimiento de esta sociedad, el historiador Edwin Espinal en el Encuentro con la Memoria “Cientos de años de historia” celebrado en el Centro León, abordó la historia de dicha institución. Él señala que el Centro de Recreo fue fundado el 16 de agosto de 1894, a iniciativa de Enrique Deschamps, Julio Benedicto y Rafael Távarez, teniendo como objetivos “el recreo y la distracción de sus miembros y el deber de contribuir en cuanto sea posible al adelanto intelectual de la sociedad santiaguesa”.

El Centro reunió, según su acta de instalación, “las mejores familias de la población” y, conforme la prensa de la época, “casi todos los elementos de cultura y fineza que hay en Santiago”. Médicos, notarios, maestros y una buena parte de los comerciantes más importantes de la ciudad figuraron entre sus miembros fundadores y honorarios.

Espinal apunta que a partir de la segunda mitad de esta última década, con la aparición del Gurabito Country Club en 1931 y del Centro Español en 1965 se habían fraccionado aún más los espacios que para las celebraciones sociales compartía el Centro de Recreo, aun cuando los socios de esos clubes pertenecían a clases sociales distintas.

Con el paso del tiempo, esas nuevas sociedades fueron captando el interés de nuevas generaciones que desplazaron a los que una vez fueron jóvenes y disfrutaron de la época dorada del Centro de Recreo en los años 50.

Otros factores incidieron en esta pérdida de aprecio social: el insoportable calor, la horrible acústica de todos sus salones, el deterioro alarmante de sus baños y su administración, sumado a una total falta de adecuación al cambio de los tiempos.

“El colapso total sobrevino en menos de una década, pues ya en 1987 el edificio del Centro, con un uso mínimo, se preveía como sede de la Escuela de Danza del fracasado proyecto Plaza de la Cultura Santiago Apóstol”, dice.

Agrega que en ocasión del mismo, fueron cerradas y “peatonizadas” las calles 16 de Agosto y Benito Monción, lo que determinó que su acceso quedara limitado. Más adelante, en 1991, considerando sus valores arquitectónicos y como pieza única en el país, fue declarado por decreto del Poder Ejecutivo como Patrimonio Nacional.

Hoy, perdida toda su magia y con apenas 46 socios activos en su matrícula, el edificio ha sido utilizado para celebraciones benéficas, presentaciones de reggaetón, matrimonios, cumpleaños y fiestas de otras índoles.

“Irónico destino para un lugar que fue el espacio por excelencia de la oligarquía santiaguera”, señala Espinal.

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