WASHINGTON, 17 de marzo de 2021 – A raíz de la pandemia de COVID-19, la región de América Latina y el Caribe atraviesa en la actualidad una crisis educativa sin precedente que requiere actuar ya para mitigar e incluso revertir sus efectos, de acuerdo con un nuevo informe del Banco Mundial.
Debido al cierre masivo de escuelas, a febrero de 2021 alrededor de 120 millones de niños en edad escolar habían perdido o corrían el riesgo de perder un año completo presencial del calendario escolar, con graves impactos educativos, advierte el informe Actuemos ya para proteger el capital humano de nuestros niños: Los costos y la respuesta ante el impacto de la pandemia de COVID-19 en el sector educativo de América Latina y el Caribe.
La “pobreza de aprendizaje”, definida como el porcentaje de niños de 10 años incapaces de leer y comprender un relato simple, podría haber crecido más de 20%, de 51% a 62,5%, lo que podría equivaler a 7,6 millones adicionales de niños y niñas en educación primaria “pobres de aprendizaje” en la región.
Según la publicación, es imprescindible actuar de manera urgente a fin de revertir la situación. Los países de la región deben prepararse para la reapertura segura y efectiva de las escuelas a nivel nacional, con el financiamiento necesario y las herramientas para que puedan abrir sin inconvenientes.
“Esta es la peor crisis educativa jamás vista en la región y nos preocupa que podría tener consecuencias graves y duraderas para toda una generación, en especial entre los sectores más vulnerables”, dijo Carlos Felipe Jaramillo, vicepresidente del Banco Mundial para América Latina y el Caribe. “Los gobiernos deben actuar en forma urgente para recuperar el terreno perdido y aprovechar la oportunidad para mejorar los sistemas educativos aprovechando nuevas tecnologías.”
Las políticas deberían enfocarse en garantizar que la reapertura de las escuelas alcance a todos los niños en edad escolar, creando las condiciones para una educación híbrida efectiva, en la que coexistan la educación presencial y la educación a distancia en las mismas escuelas, lo que constituirá la nueva normalidad durante los próximos meses. A nivel regional, menos del 43% de las escuelas primarias y menos del 62% de los colegios secundarios tienen acceso a internet con fines pedagógicos.
“Una reapertura efectiva requiere decisiones importantes tanto en lo administrativo como en lo pedagógico”, señaló Emanuela Di Gropello, una de las autoras principales del informe y Banco Mundial líder de práctica para la educación en América Latina y el Caribe. “Es también vital cerrar rápidamente las brechas digitales que aún persisten y aprovechar la crisis actual para impulsar transformaciones que eran necesarias incluso antes de la pandemia.”
A más largo plazo, el objetivo es construir sistemas educativos que sean más inclusivos, efectivos y resilientes. Hay numerosos ejemplos de programas eficaces, que podrían institucionalizarse y ser replicados en la región. Entre otros, sistemas de alerta temprana que permiten identificar a los estudiantes en riesgo de deserción como los implementados en Perú, Chile y Guatemala.
Asimismo, hay sistemas de información y gestión educativa que están ofreciendo buenos resultados en muchos países, incluidos Colombia y Uruguay. Y las tecnologías adaptativas de aprendizaje que se emplean por ejemplo en Ecuador y la República Dominicana ayudan a impartir enseñanza al nivel apropiado.
De acuerdo con el informe, luego de 10 meses (un año escolar) sin clases, 71% de los estudiantes de los primeros años de la escuela secundaria pueden no ser capaces de comprender adecuadamente un texto de moderada extensión. Antes de la pandemia la cifra era de 55%.
Y si los colegios permanecen cerrados por otros tres meses, el porcentaje ascendería a 77%. Más aún, estas pérdidas no son iguales para todos los sectores, sino que afectan principalmente al quintil inferior en la escala de ingresos, lo que según el informe podría haber ensanchado en un 12% adicional la ya elevada brecha socioeconómica en materia de resultados educativos.
A futuro, la enorme pérdida de educación, capital humano y productividad se podría traducir en una caída de ingresos agregados a nivel regional de 1,7 billones de dólares, o aproximadamente 10% del cálculo base.
A estos impactos negativos se añaden la posibilidad de que las deserciones escolares se incrementen por lo menos en 15% debido a la pandemia y, también, a la interrupción de servicios que muchos niños recibían en las escuelas, como los programas de alimentación escolar, que beneficiaban a 10 millones de estudiantes en la región.
El cierre de las escuelas concluye el informe, tiene consecuencias físicas, psicológicas y emocionales dramáticas para los niños, niñas, adolescentes y jóvenes