Ídolos de Grandes Ligas fascinan a niños cubanos

Ídolos de Grandes Ligas fascinan a niños cubanos

La Habana — Vestidos con uniformes deportivos que tenían el nombre de algunos municipios capitalinos, sonrientes y nerviosos, más de un centenar de niños aficionados al béisbol escucharon consejos y entrenaron el miércoles al lado de ídolos de las Grandes Ligas, cubanos como ellos mismos, y que en el pasado fueron cuestionados por el gobierno.

“Es un sueño para mi estar aquí presente para verlos”, dijo a The Associated Press el niño Yassel Veranes, de 11 años, con una sonrisa de oreja a oreja mientras esperaba el inicio del entrenamiento organizado por las Grandes Ligas como parte de su visita a la isla.

Veranes es uno de los líderes de su equipo “Marianao”, campeón del año pasado en su categoría en un torneo local, y quien vino con su papá Elio al Estadio Latinoamericano, considerado una catedral para los seguidores de este deporte para interactuar con atletas como el jardinero de los Dodgers, Yasiel Puig, el toletero de los Medias Blancas, José Abreu, su excompañero Alexei Ramírez y el cátcher de los Cardenales de San Luis, Brayan Peña.

El deporte es considerado un área de interés nacional en Cuba y durante décadas se fomentó los campeonatos amateurs, por lo que muchos peloteros fueron tentados a lo largo de estos años para jugar en las Grandes Ligas, donde pueden ganar millones de dólares.

La reacción cubana era considerarlos desertores y, en algunos casos, prohibirles por años el ingreso a la isla. Sus nombres y éxitos en Estados Unidos se mencionaban poco, por lo que el regreso de estos atletas a la isla es un hito en el deshielo entre ambos países iniciaron hace un año cuando los presidentes Raúl Castro y Barack Obama anunciaron que reanudarían relaciones diplomáticas. Aún ahora la televisión local evita emitir los partidos de los equipos en los que militan los desertores, pero los aficionados se las ingenian para verlos circulando grabaciones de sus actuaciones.

Durante el entrenamiento, los organizadores dividieron a los pequeños, todos de entre 10 y 11 años, en cinco grupos repartidos por el terreno, donde también se encontraban leyendas locales como Pedro Luis Lazo, Rey Vicente Anglada, Pedro Medina o Luis Giraldo Casanova compartiendo con los invitados de las Grandes Ligas.

Los niños fueron pasando de grupo en grupo a lo largo de la mañana, hicieron ejercicios, movimientos, escucharon los consejos de los astros sobre como tirar una bola o poner el brazo y apoyar las piernas.

También hubo momentos emotivos cuando se autografiaron pelotas, se sacaron fotos o se dieron simples apretones de manos que emocionaron a todos. “Me siento muy contento, muy agradecido al béisbol, por hacer que esta situación tan bonita pase. Regresar a ver a mi familia, compartir con ellos y tener un momento lindo”, dijo Peña a la AP vestido con su camiseta de los Cardenales de San Luis.

“Y muy especialmente hoy que vamos a compartir con niños de La Habana y mañana que vamos a compartir con los de Matanzas”. Junto a los niños, desafiando el sol tropical en el estadio, estuvieron presentes los estelares jugadores estadounidenses Clayton Kershaw y Jon Jay, así como el dominicano Nelson Cruz.

“Nosotros vamos a dar lo mejor en esta visita y agradecer las oportunidad que nos dieron y las otras cosas se las dejamos a Dios y al destino”, comentó por su parte Puig, quien protagonizó una espectacular salida ilegal de la isla en 2012. La visita de las Grandes Ligas y su acercamiento a la Federación de Béisbol Cubano abre también la posibilidad de futuras contrataciones, dijeron los ejecutivos de la organización que están optimistas en sellar acuerdos para el próximo año.

“Todos nos damos cuenta de la pasión que el béisbol genera en este país”, comentó a periodistas Joe Torre, ex manager de los Yanquis y ahora funcionario de Grandes Ligas. “Hay algunos obstáculos para negociar, no hay duda, y espero que este viaje de buena voluntad que las conversaciones funcionan mejor”.

En las gradas había un aire de fiesta, con la congregación de varios cientos de personas, sobre todo aficionados, directivos de deporte y familiares de los niños. Grupos de madres daban aplausos y vítores a sus hijos y tocaban cornetas mientras los jovencitos hacían sus ejercicios. “Cualquiera de estos niños puede ser igual que ellos (las estrellas de Grandes Ligas), porque comenzaron en estas categorías.

Es emocionante”, comentó a la AP, Leonar Lacosta, de 26 años y entrenador del equipo “Marianao”, donde juega el niño Veranes. La mayoría de los expertos coinciden en que el futuro del béisbol cubano estaría en aprietos si el país no soluciona el problema del éxodo de talento.

Los equipos de Grandes Ligas jugaron partidos de pretemporada en Cuba antes de la revolución de Fidel Castro, pero ninguno lo hizo desde marzo de 1959 hasta que los Orioles de Baltimore enfrentaron a la selección cubana en marzo de 1999 en el Latinoamericano. Esa fue la última visita de Grandes Ligas hasta ahora. Bajo el gobierno de Castro, un apasionado del béisbol, los desertores eran considerados traidores y borrados de la historia oficial del béisbol. Sus nombres no eran mencionados en la televisión estatal, incluso luego de convertirse en estrellas en Estados Unidos.

El hermano y sucesor de Castro, el presidente Raúl Castro, flexibilizó las medidas de control social, y permitió que algunos jugadores en el exilio regresaran para visitar a sus familias.

También eliminó el requisito de una visa de salida para los cubanos que no son considerados esenciales para el país. Incluso, algunos jugadores como Yoan Moncada han recibido permiso de las autoridades cubanas para salir legalmente del país y continuar sus carreras en Estados Unidos. Moncada fichó en marzo con los Medias Rojas de Boston, que le otorgaron una bonificación de 31,5 millones de dólares.

Cuba también ha permitido que sus peloteros jueguen legalmente en países como Japón y México. Una política similar para las Grandes Ligas es más complicada debido al embargo comercial de Estados Unidos contra Cuba, y el temor del gobierno cubano de que legalizar las salidas a Estados Unidos provoque un éxodo incluso mayor de talento.

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