¡Joaquín Rosario

¡Joaquín Rosario

Entre el compromiso y la obsesión!

“¿Y qué es lo que usted necesita para escribir un artículo sobre mi obra?”… Resultaría una verdadera tortura sacar cuenta de las veces que la “crítica de arte” se ha visto asediada por la insólita insistencia de alguna esforzada “celebridad” artística nacional.

Y sin asumir jamás la espinosa corona de “crítico sagaz” que hace ya más de tres décadas me obsequiara el cronopio de Julio Castillo (el más bellaco y alucinado fantasma que haya ejercido desde la Trinitaria mecedora de Doña Virtudes Uribe, mi respuesta ha sido y será siempre la misma: ¡Una nueva historia de la pasión y la obsesión!.

Una historia excitante y admisible, o lo que es lo mismo: la oportunidad de seguir y registrar el estallido, los remanentes y las derivaciones de la experiencia estética, del arte hecho vida y de la vida del artista hecha arte. La historia a la que me refiero y que prefiero es la de ese creador apasionado y obsesionado con su propia transformación, mediante su práctica especializada y frente a sí mismo como ser humano y como artista.Desde luego, este tipo de artista no es el que se sustrae ante las contradicciones

y el “nonsense” de la cotidianidad, autocelebrándose como privilegiado productor de objetos decorativos y espiritualmente inútiles, sino el que se arriesga y acepta con precisión los deberes sagrados de la entrega, la investigación, la autocritica y el compromiso ante el tiempo, el contexto y las circunstancias que tiene que vivir.

Y, precisamente, esta es la nueva historia de Joaquín Rosario, responsable de una producción que le establece como uno de los principales exponentes de la pintura dominicana de la última década y cuya excepcional sensibilidad le lleva a transformar sus actitudes, ideas, experiencias, sentimientos y profundidad de compromiso en la “materia prima” de sus más recientes e impactantes aciertos estéticos.

Entre tales aciertos, destacan las pinturas tituladas “Agua que viene del rio” y “Potable” (2015), exhibidas en el “Primer Concurso Nacional de Pintura de Inapa/El Agua Fuente de Vida”, celebrado el pasado año en la Galería Nacional de Bellas Artes.

Ante estas pinturas, uno tiene que preguntarse ¿qué sería del arte contemporáneo sin la reflexión (el pensamiento) como materia esencial? Y ¿qué sería del mundo actual sin el arte para sacudir la cabeza, para reinventar la espiritualidad a cada instante, para reflexionar frente a la convivencia de la tecnología, la maquina y la humanidad o para devolverle la vida y la belleza a un río contaminado?

En la pasada XXVIII Bienal Nacional de Artes Visuales, celebrada en el Museo de Arte Moderno, Joaquín Rosario exhibió dos obras que llamaron poderosamente la atención, no sólo de los especialistas que integraron el Jurado de Selección, sino también de algunos artistas importantes que visitaron la muestra. Se trata de las pinturas tituladas “Blackout, esperanza en la frontera” y “Blackout, sueños en la frontera” (2015). En estas obras, Rosario aborda con asombrosa síntesis expresiva, elocuente recursividad metafórica e ironía demoledora, la cuestión fronteriza y la realidad migratoria, dos de las problemáticas sociales y políticas más sensibles de la actualidad en la República Dominicana.

Entre los grandes retos que tiene el arte contemporáneo, destacan el de suscitar la reflexión profunda, el de habitar los espacios de la subjetividad y el de permanecer vital y siempre provocador. En las obras recientes de Joaquín Rosario, “aparecen” elementos de nuestras vidas y nuestras realidades que se cuestionan y nos hacen cuestionar.

En obras como las tituladas “Balas perdidas”; “Me han robado mi inocencia”; “Caramelos envenenados”; “Incautada” y “Decomiso”, Joaquín Rosario utiliza un repertorio de signos e imágenes que nos remiten a la realidad inmediata: una niña violada, un “cuerpo del delito”, un ecosistema biodegradado y un río contaminado, son imágenes que tienen que ver con las iniquidades y las fisuras de la sociedad dominicana contemporánea. Estas imágenes, también podrían señalar los efectos del ecocidio, las culturas de la violencia y la corrupción, asi como el mismo hecho de que la sociedad se proyecta desde tales infamias y fisuras.

Entonces, sobre los distintos momentos y situaciones que han marcado su experiencia, asi como sobre sus ideas en torno a la realidad social y las contradicciones que esa misma realidad impone a la condición humana y al artista contemporáneo. De estas y otras cuestiones existenciales es que nos “hablan” muchas de las obras pictóricas recientes de Joaquín Rosario.

Asimismo, en obras como las tituladas “Composición bajo la lluvia” y “Cuando el eco llegue en la noche” (2015), presentadas en dos muestras personales organizadas recientemente por Faracci Amaro en los espacios expositivos de Auto Ozama y Acrópolis Center, Joaquín Rosario exhibe una habilidad asombrosa en la materialización de espacios, signos, ritmos, contrastes, variaciones y sensaciones visuales de extraordinaria capacidad conmovedora. En estas superficies, los juegos de matices, texturas y sonoridades cromáticas expansivas, resultan ciertamente fascinantes y enigmáticamente sugestivos.

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