Estados Unidos se ha convertido en lugar preferido de evasores

Estados Unidos se ha convertido en lugar preferido de evasores

Decenas de fortunas que hasta ahora estaban refugiadas en micronaciones contra el peligro de tener que pagar los gastos públicos, como ya hace la extensa clase media de sus países de origen, han cruzado en las últimas semanas las fronteras de Suiza, Bahamas o las Islas Vírgenes, para asentarse en la estepa del medio oeste norteamericano.

«Qué irónico es -o mejor, qué perverso- que Estados Unidos, que se ha llenado la boca reprobando a los bancos suizos, se haya convertido en la jurisdicción bancaria con mayor secreto bancario de la actualidad», afirma Peter A. Cotorceanu, del despacho de abogados Anaford en Suiza.

«¿Escuchan ese sonido como de un aspirador gigante? Es el ruido del dinero, volando hacia Estados Unidos», dijo.

Esta oleada de capitales hacia el centro del sistema económico mundial sería el movimiento más absurdo si fuese cierto que es allí también donde más se controla que los ricos pagan impuestos… y que los narcos no blanquean dinero. Pero algo ha debido pasar para que Rothschild aconsejase a sus clientes ya el pasado mes de septiembre que si los grandes clientes quieren dejar de tributar, su mejor destino es Estados Unidos. Algunos califican ya al país como «la nueva Suiza», afirma una publicación de Bloomberg.

La publicación agrega que la explicación, más allá de la habitual habilidad maquiavélica de los despachos de abogados que se prestan a servir con alegría a los multimillonarios para defraudar, está en el derecho internacional. Y en la aplicación por Washington de la ley del embudo: ‘lo estrecho para los demás, y lo ancho para mí’. O en otra variante: ‘haz lo que digo, no lo que hago’.

Desde 2014, nada menos que 97 países -España entre ellos- han aceptado la propuesta de la OCDE para endurecer sus estándares y reducir el secreto que protege a los titulares de cuentas bancarias, fondos y otros activos financieros cuando se lo solicitan otros estados. En términos muy simples, se facilita enormemente la tarea de los inspectores y jueces de países como España que estén rastreando el dinero de presuntos defraudadores, como en los sonados casos de Rodrigo Rato o Luis Bárcenas.

Pero este es un planeta complejo, y la unanimidad es casi imposible cuando hay alguien dispuesto a aprovecharse del otro. Entre las naciones que le han dicho que no a la cara a la organización internacional, sujetos que en las clases de economía suelen llamarse ‘free riders’ (literalmente, «los que montan en la atracción sin pagar») están los microestados de Bahréin, Nauru, Vanuatu… y la primera potencia mundial.

«Vente a Reno, Luis». No es extraño por eso que Rotschild, en una presentación en formato Power Point usada para atraer a los inversores en sus charlas informativas, diga sin ningún tipo de pudor que «Estados Unidos es, de hecho, el mayor paraíso fiscal del planeta», y que r la ‘tierra de las oportunidades’ «carece de los recursos para hacer cumplir las leyes de otros países, y tiene además pocas ganas de hacerlo».

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