PUERTO PRÍNCIPE. Los diputados y senadores haitianos están convocados para este sábado al mediodía a una sesión para elegir a un presidente interino y llenar así el vacío de poder que dejó el expresidente Michel Martelly al concluirse su mandato el domingo.
Haití vive un vacío institucional sin precedentes con la suspensión del proceso electoral debido a las masivas protestas de la oposición.
La segunda vuelta de las elecciones presidenciales, inicialmente prevista para el 27 de diciembre y luego reprogramada para el 24 de enero, fue postergada indefinidamente.
Michel Martelly concluyó su mandato el 7 de febrero sin entregar el poder a un sucesor. Unas horas antes, los parlamentarios suscribieron un acuerdo que prevé que el Congreso elija un presidente interino por unos 120 días.
Entre los 13 candidatos, solo tres han saldado los 500.000 gourdes (unos 8.400 dólares) necesarios y pudieron presentarse en la elección. Edgar Leblanc Fils y Dejan Belizaire fueron ambos presidentes del Senado en el pasado, y el tercer candidato, Jocelerme Privert, es su actual titular.
La candidatura de Privert ha provocado rechazo incluso dentro del Legislativo. «Alto al golpe de Estado parlamentario», expresó el diputado Gary Bodeau.
«El Parlamento no puede ser juez en causa propia; sin embargo el acuerdo no le impide a un parlamentario presentarse como candidato: el proceso no es imparcial», denunció Bodeau.
Entretanto, el hecho de que el presidente interino sea designado por el Parlamento y no directamente por el pueblo ha despertado la ira de los opositores, que manifestaron durante meses reclamando la suspensión del proceso electoral.
Varios centenares de manifestantes marcharon por las calles de Puerto Príncipe el viernes alegando que no quieren que el fruto de sus luchas les sea robado por los parlamentarios. «Fue la calle la que infligió una derrota a Martelly.
Por tanto, deberíamos participar en las negociaciones para establecer un nuevo gobierno de concertación», reclamó Aleder Kosler, quien considera la elección de este sábado como «un proceso ilegal y demagógico».
Antes de haber sido designado, el régimen de transición ya es cuestionado, lo cual podría comprometer su eficacia. En el momento de firmar el acuerdo de crisis, la clase política ya estimaba que sería muy difícil concluir, en un plazo de cuatro meses, el proceso electoral suspendido en enero.
Treinta años después de la caída de la dictadura de los Duvalier, Haití se encuentra sumido en una profunda crisis política. La dificultad de organizar elecciones reconocidas por todas las partes le impide desarrollarse a este país, donde más de 60% de la población vive en la pobreza.