El réquiem de Mozart es una de las obras del compositor vienés que más me gusta, no solamente por la potencia expresiva y la belleza de la partitura, sino por la emoción que me embarga y su armonioso sonido. Pocas veces he presenciado interpretar esa composición como la presencié por el Coro de la Catedral Primada de América y su magnífica orquesta, en el concierto de Viernes Santo. Una de ellas fue en el bicentenario del nacimiento de Mozart, el 5 de diciembre, 1991 en el Panteón Nacional, interpretada por la Orquesta Sinfónica Nacional y el Cora Nacional, dirigida por el extinto maestro Carlos Piantini. Volviendo al presente, Coro, orquesta y cantantes respondieron muy bien, y en su justo momento, al mandato de la batuta del profesor José Delmonte Peguero, que con maestría transportó la pieza hasta el final. Los cuatro cantores, jugaron su papel. La soprano Paola González estuvo en su mejor noche. Glenmer Pérez, mezzosoprano, una voz bella; Nelson Veras, tenor; y Eddison Samuel Feliz, estuvieron a la altura.