El Grito de Pedernales Lugareños reclaman al Gobierno obras y empleos

El Grito de Pedernales Lugareños reclaman al Gobierno obras y empleos

Pedernales.-El ritmo de vida de muchos jóvenes desocupados en esta población fronteriza se torna áspera, rutinaria, monótona. No hay muchas cosas que hacer, excepto aprovechar la sombra de un árbol, cuando el calor irrita y sofoca, para repetir conversaciones del día anterior, que regularmente versan sobre las precariedades y calamidades que padece la mayoría de la gente de aquí.

Concomitantemente con el acentuado desempleo han florecido las bancas de apuestas, que ofertan a los apostadores un variado menú de siete sorteos diario de distintas loterías; aumento ostensible del número dejóvenes que se dedican al “motoconcho”, y se incrementa cada día la presencia de niños haitianos que piden monedas a los visitantes para alimentarse.

También es notable el incremento de las marchantas haitianas, jóvenes en su mayoría, que pasan casi todo el día, calle arriba y calle abajo, ofertando variadas mercancías que adquieren en el mercado internacional, que opera los viernes en el punto fronterizo con el poblado de Pedernales, próximo a Anse á Pitre.

Con el desempleo y las precariedades han prosperado los pequeños negocios de venta de alimentos, instalados en las aceras o solares baldíos, donde hombres y mujeres jóvenes pasan parte del día esperando clientes ocasionales.

“Periodistas, díganle al Gobierno que en Pedernales lo que hay es mucha miseria”, gritó una jovencita que vendía empanadas en un pequeño kiosko.

“En Pedernales necesitamos de todo y queremos de todo”, comentó Manuel Méndez, un joven que ocasionalmente se gana la vida pescando, pero en los últimos meses hace “picoteos” para mantener a su esposa y un pequeño de dos años. “Aquí hasta la pesca está mala. Es mejor esperar un tiempo a que el tiempo mejore”.

La economía se basa en la agricultura, ganadería, pesca y turismo.

La pesca en el mar Caribe, en el lado de la costa dominicana, ha mermado considerablemente. Los pescadores locales tienen sus propias cábalas, pero uno de los problemas que enfrentan es la falta de crédito para trabajar y mejorar sus embarcaciones, y los conflictos con pescadores haitianos, que ocasionalmente invaden furtivamente las aguas territoriales.

Rufino Medina, directivo de la Asociación de Pescadores de Pedernales, comentó que “ha disminuido considerablemente la captura de carite, dorado, chillo y otras especies”. Esta baja en la producción generó que de 102 socios activos, apenas 66 se aventuren a forzadas jornadas en el mar Caribe.

“Los pescadores cogen prestado a muy altos intereses para poder sobrevivir, y eso es perjudicial para nosotros. Es la única alternativa que tenemos para no morir de hambre”, precisó. Medina entiende que si el Gobierno colabora con préstamos blandos, podrían adquirir un “barco madre”, con equipos modernos, cuartos de refrigeración y otras ventajas que permitirían mejorar la situación.

“El Gobierno anunció obras, pero no se ha visto nada. La situación de Pedernales es desesperante, un desastre. Muchas familias pasan hambre. Si mejora la pesca, más personas viven de esta faena, más padres de familia llevan el sustento a sus hogares. Si no hacen algo para producir empleos, si no vienen a socorrernos, nos vamos a caer muertos, o peor aún, podría haber explosiones sociales”.

Belleza y necesidades

El trayecto de Barahona a Pedernales, de 123 kilómetros, es un espectáculo impresionante, aunque muchos tramos son peligrosos por las curvas cerradas, sin protección, y el mal estado de la carretera. En algunos lugares brigadas de obreros ejecutan trabajos de bacheos.

Montañas, ríos y una hermosa costa ofertan a los visitantes de esta región un panorama de ensueño. Montañas, balnearios de agua dulce, playas que bordean la carretera y el mar intensamente azul engalana la vista de los viajeros. En el trayecto se puede observar y disfrutar de Los Patos, el río más corto del mundo.

Sin embargo, a lo largo de la hermosa costa marítima de las comunidades del suroeste, específicamente en Paraíso, Bahoruco y La Ciénega, florece un lucrativo negocio de venta de piedras extraídas de la orilla del mar, actividad ilícita, penada por la ley 64-00 de Medio Ambiente y Recursos Naturales. Toneladas de piedras extraídas del mar Caribe son recogidas por personas, amontonadas en la playa y recogidas por camiones de cama larga y patanas, y posteriormente vendidas al mejor postor para usarlas como adorno en jardines de hogares en Santo Domingo y otras ciudades.

Organizaciones de protección de los recursos naturales y protección del medio ambiente del suroeste reclamaron a las autoridades de Medio Ambiente aplicar rigurosamente la ley y detener esta práctica ilegal; apresar y someter a la justicia a los responsables y dar un escarmiento para evitar la depredación de las costas del suroeste.

El traslado de las piedras se realiza a plena luz del día por la carretera que comunica el Suroeste con Santo Domingo, donde existen más de 20 puestos de control militar. Ninguna autoridad ha prestado atención al problema.

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