El capital afectivo de los amigos verdaderos

El capital afectivo de los amigos verdaderos

“Una amistad noble es una obra maestra a dúo”
Paul Bourget
Hace mucho tiempo, mis amigos son una de mis mayores riquezas. Me he encargado mantener sano mi círculo de relaciones. En los últimos años soy más consciente del modo en que la gente que nos rodea puede acompañarnos a llegar a nuestro destino, o desviarnos de él. Tengo la inmensa fortuna de contar con un descomunal capital afectivo formado por mis amigos.
 
Sir Francis Bacon dijo: “La amistad duplica las alegrías y divide las angustias por la mitad”. ¿Quién no quiere esto? Con frecuencia, utilizamos la palabra capital para referirnos al conjunto de bienes que tiene un individuo o empresa, reduciendo la riqueza al aspecto material. En realidad, la prosperidad abarca la riqueza de dinero, pero también de salud, creatividad, vitalidad, entusiasmo y buenas relaciones.
 
Al igual que una empresa cuenta con dinero sano y dinero no sano, el capital afectivo pierde valor cuando contiene personas tóxicas, que intentarán contaminar tu autenticidad de todas las formas posibles. Ellas te reclamarán que seas de un determinado modo, y si te descuidas, influirán sobre ti hasta que respondas a sus demandas por hastío o por cansancio. Los amigos tóxicos son expertos en el arte de la manipulación.
 
Con demasiada frecuencia, he visto como la persona toxica termina sacando a la superficie lo peor de quien tiene al lado. Mi capital afectivo es sano porque quienes me rodean me inspiran a sacar a la luz la mejor versión de mi misma que soy capaz de sostener. He elegido estar al lado de personas que quieren contactar su propia fuerza, para conectarse con una persona real, en vez de estar con quienes me exigen que sea una representación de lo que ellos necesitan.
 
¡Escoge tus amigos cuidadosamente! Cuando vas a comprar una casa, probablemente decides de antemano qué conjunto de características quieres que tenga y después miras la mejor oferta de aquella que las reúne, antes de hacer la inversión. Del mismo modo que cuido mi capital efectivo, valoro y cuido mi capital afectivo. Al igual que yo, mis amigos son buscadores de la verdad, y cuentan con objetivos de vida y valores que admiro y respeto. Compartimos una identidad, una cercanía y un mirar la vida desde el amor.
 
Sé que mis amigos están de mi lado, y que yo estoy al lado del de ellos. Nos deseamos mutuamente la mayor y mejor felicidad, y damos gracias por ella. Siempre estamos disponibles para la ayuda buena, que respeta los límites y ve al otro en su grandeza más allá de lo que muestran las apariencias.
 
La Torá, libro sagrado del judaísmo, dice que «dos son mejor que uno». La razón es que podemos ser más objetivos sobre las cualidades negativas y positivas de otros que sobre los nuestras. Si respondes a tu pareja reactivamente, tu amigo te dirá que estuvo mal lo que hiciste, y si tu amigo es quien reacciona con su pareja, tú se lo dirás amorosamente.
 
Los amigos nos elevamos mutuamente y nos acompañamos con respeto para hacernos conscientes de nuestros fallos y enmendarlos. Un amigo de verdad estimulará tu creatividad. Pueden reunirse y realizar una lluvia de ideas para encontrar solución a un bloqueo. Te hará preguntas provocativas, que aunque no siempre serán agradables para ti, dejarán sembrado un movimiento en tu interior que te lleve a cuestionar tus propias creencias.
 
Tener un sano capital afectivo significa que estás dispuesto a escuchar a tus amigos, deseas conocer la verdad de ti, vas a tomar en cuenta la evidencia que tus amigos te muestran y estás dispuesto a cambiar, incluso si es doloroso para ti. Un verdadero amigo te ayuda a convertirte en la mejor versión de ti mismo.
 
La Torá, el libro sagrado de instrucciones divinas, me enseñó un valioso camino para encontrar el propósito de vida, para el cual fui creada. El método idóneo para el estudio de la Torá es con un compañero (javruta en hebreo). Para el judaísmo, trabajar con un amigo es una parte esencial de la búsqueda de la verdad.
 
Algunos caminos podemos recorrerlos solos, pero el camino de la vida no es uno de ellos. Los maestros cabalistas muestran que los amigos de verdad son personas en quienes podemos confiar, analizar planes, examinar sentimientos, y enfocar sueños. La 1ra. Epístola de Pedro 3:8,9 dice: “Finalmente, sean todos de un mismo sentir, compasivos, amándose fraternalmente, misericordiosos, y amigables”
 
Es bueno tener quien nos escuche. Cicerón, escritor y político romano, expresó: “¿Qué cosa más grande que tener a alguien con quien te atrevas a hablar como contigo mismo?” Un amigo verdadero oirá lo que dices de manera objetiva; verá los puntos a favor y los puntos en contra, y te dará su opinión de forma sincera. Un real amigo te ayudará a reconocer tu grandeza.
 
El Talmud llega al extremo de decir: «javruta o mituta» que significa “un compañero de estudio o la muerte”. En este contexto, muerte significa pérdida de tiempo y oportunidades. Un compañero de estudio te obliga a quitarte las máscaras y ser real contigo mismo.
 
El biólogo francés Louis Pasteur dijo: “Los verdaderos amigos se tienen que enojar de vez en cuando”. Como dice el Talmud: La manera de saber si una relación es sincera, es ver si las personas siguen amándose más, después de decir lo que auténticamente piensan del otro.
 
Los buenos amigos tienen el espacio de respeto y amor que les permite expresar las opiniones de forma honesta. Invertir tiempo en protegernos de los demás, en vez de enfocar la atención en ser nosotros mismos, y acompañarnos de la gente que resuena con quienes somos, es una mala inversión que lesionará nuestro capital afectivo.
 
Los sabios dicen que debemos elegir amigos a quienes respetamos. Valoro mucho a la gente que está abierta a la aventura de crecer. Por propia experiencia, sé que cuando tenemos esta actitud, todo lo que ocurra será usado para el mayor bien de todos los involucrados. Mis amigos me impulsan para alcanzar el cielo y traerlo a la tierra ¿Conoces riqueza mayor?
 
Siempre te leo buscando encontrarme, me dijo la otra noche mi amigo Jorge Miguel. Nos reímos juntos de su comentario, y le respondí: “Esta semana escribiré sobre ti”…

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