La Habana. Lo lloran, le agradecen lo que tienen y todos lo llaman con familiaridad Fidel, pero casi nadie supo en realidad cómo vivió y murió en la intimidad el padre de la Revolución cubana.
El misterio y la reserva de Estado rodearon a Fidel Castro hasta el final.
El viernes cuando su hermano, el mandatario Raúl Castro, anunció su muerte a los 90 años omitió cualquier detalle sobre los últimos momentos del «Comandante en Jefe».
Si no hubo palabras, tampoco una imagen y aún menos rumores.
Fidel fue cremado, según el presidente, pero sus cenizas todavía no han sido expuestas.
La multitud acongojada que acudió a la Plaza de la Revolución, en La Habana, debió conformarse con desfilar frente a un altar de flores blancas con una retrato a escala humana de un Fidel con barba negra, fusil al hombro y mochila de guerrillero.
«No sabía que no iban a estar las cenizas pero no me importa, lo importante es estar aquí», expresó Adrián Hernández Montero, un profesor de educación física de 23 años.
El miércoles iniciará una procesión por la isla que culminará el domingo con la inhumación de los restos en Santiago de Cuba (oriente). Desenvuelto, mordaz y franco en público, el padre de la Revolución puso un cerrojo en su vida privada alimentando el mito.
«La vida privada, a mi juicio, no debe ser instrumento de la publicidad, ni de política», sentenció Castro en 1992.
Al líder cubano le sobreviven siete hijos de tres mujeres, y un sinnúmero de leyendas sobre amoríos y gustos.
A su figura lo envolvía la «protección» de los más poderosos orishas, deidades africanas, según la experta cubana en este tipo de cultos, Natalia Bolívar. Se decía mucho sobre Fidel, pero se sabía poco con certeza.
«El secreto no era propio de su naturaleza», matiza Claudia Furiati, autora del libro Fidel Castro: la Historia me absolverá, una biografía consentida sobre el líder cubano.
Al exmandatario le gustaba ser muy abierto, pero las amenazas sobre su vida lo llevaron a resguardarse, dijo a la AFP esta historiadora brasileña que durante una década investigó en Cuba la vida de Castro.
Entre 1958 y 2000, Castro escapó a 634 complots, varios de ellos orquestados en Estados Unidos, según Fabián Escalante, exjefe de inteligencia cubano.
– Salud de Estado
Generaciones de cubanos crecieron viendo a un Fidel Castro siempre enérgico en la televisión. Se calcula que el 70% de los 11,2 millones de isleños nació bajo su gobierno.
En 2004 el omnipresente líder encendió las alarmas al sufrir, frente a las cámaras, una estrepitosa caída que le rompió la rodilla izquierda en ocho pedazos y le fracturó el antebrazo derecho, según explicó él mismo.
Nadie diferente de Fidel podía hablar de su salud. Dos años después de ese incidente, Castro cayó gravemente enfermo y fue sometido a una cirugía intestinal «compleja» que marcó el inicio de su relevo en el poder.
«Días y noches de trabajo continuo, sin apenas dormir, dieron lugar a que mi salud, que ha resistido todas las pruebas, se sometiera a un estrés extremo», escribió Fidel en una proclama.
Fue entonces cuando su salud pasó a ser «secreto de Estado».
Las autoridades temían que si se levantaba esa reserva comenzaran las «provocaciones y las historias manipuladas», estima Furiati.
Entre febrero de 2014 y abril de 2015, el expresidente desapareció de las pantallas sin que las autoridades dieran razones, lo que desató rumores y falsos anuncios sobre su muerte, frecuentes en otros momentos de su vida.
Después Castro retomó sus actividades, pero no se le volvió a ver parado en firme, sino sentado o caminando con la ayuda de un bastón o de sus asistentes.
Ya retirado de la exposición pública, se dedicó a escribir reflexiones que publicaba esporádicamente en la prensa y en las que abordaba sus preocupaciones por el cambio climático, el riesgo nuclear, la escasez de alimentos, entre otros.
Furiati cree que Fidel vivió sus últimos días preso de una «angustia personal porque su cuerpo no lograba mantenerlo en acción», aunque se mantuviera «muy cuerdo» «Hasta el final no renunció a la esperanza de seguir en la lucha», comenta la escritora brasileña.