El senador Adriano Sánchez Roa declaró que es urgente que se apruebe el proyecto de Ley General de Agua y se actualicen las leyes subsectoriales, a fin de almacenar las aguas que se producen en el país, eficientizar su administración y uso para el ser humano y mejorar las cuencas y montañas, que es de donde brota el agua.

Recordó que “de las aguas disponibles solo se almacena el 10% en presas, reservorios, lagunas y otros; mientras que los cambios climáticos caracterizados por sequías prolongadas y lluvias intensas con altísima pluviometría, fuera de los ritmos históricos, provocan daños incalculables, en vez de beneficios”.
Sánchez Roa habló durante su participación en el Congreso Internacional organizado por el Consejo Directivo Para la Reforma y Modernización del Sector Agua Potable y Saneamiento (CodireyMaps), que dirige Horacio Mazara.

Señaló los perjuicios provocados por la creciente contaminación de las aguas superficiales y subterráneas, debido a las aguas residuales provenientes de las industrias, de los agroquímicos y las actividades domésticas, que no solo producen daños sensibles al medio ambiente y la salud humana, sino que impiden la posibilidad de que se puedan usar.

Advirtió que el uso irracional del agua en la agricultura se expresa en un escaso índice de eficiencia de apenas un 20% y que en el consumo humano este índice llega al 60%.
“Y donde la agricultura consume el 80% de la disponibilidad total del agua en el país, por lo que las pérdidas económicas son cuantiosas”.
Agregó que “el problema de los balances de la oferta y demanda de agua en las diferentes regiones del país, en una presión fuerte en alrededor del 68% de las demarcaciones provinciales (23 provincias), y en 6 de estas, la disponibilidades de agua está por debajo de las demandas potenciales. En los casos del Gran Santo Domingo, Samaná, Hermanas Mirabal, San Cristóbal y Santiago, padecen una escasez crónica del vital líquido”.
Sánchez Roa se quejó de la escasa conciencia ciudadana que provoca el uso indiscriminado del recurso, y de manera particular la incomprensión de que el agua tiene valor económico.