Los obeliscos en recordación al pago de la deuda externa levantados por el dictador Trujillo y que aún persisten como símbolo en la avenida George Washington de Santo Domingo, deberían ser destruidos, a juicio del historiador Emilio Cordero Michel. En su opinión, la redención económica de entonces era una exigencia, una necesidad básica para poder crear la moneda nacional y el Banco Central de la República Dominicana por lo que considera que las construcciones son una vergüenza.
Cordero Michel reconoció, sin embargo, que el surgimiento del peso dominicano es uno de los aspectos positivos de la tiranía trujillista, aunque ya casi está desapareciendo, nos estamos dolarizando a la carrera pese a que no se diga ni se acepte.
El reputado escritor, académico y profesor universitario exteriorizó estas consideraciones al desarrollar una breve ponencia sobre las emisiones monetarias durante el siglo pasado, los empréstitos, tratados de libre comercio y arrendamientos de la bahía de Samaná, en el seminario La República Dominicana a ciento sesenta años de su Independencia: 1844 2004 organizado por el Museo Nacional de Historia y Geografía, en el que participaron también los historiadores Franklyn Franco, Wenceslao Vega, Euclides Gutiérrez, Antonio Avelino y Francisco Alberto Henríquez Vásquez (Chito), con la moderación de Vilma Benzo de Ferrer, directora de la institución.
Santana comenzó las emisiones de papel moneda, los vales, pero fue Báez, cuando hizo una emisión de veinticuatro mil con el fin de engañar a los productores del Cibao, quien llevó al país a la quiebra provocando la crisis de la industria tabaquera, dijo Cordero Michel en una interesante y novedosa relación histórica.
El gobierno de Báez de los Seis Años fue el más entreguista, parecido al actual y al anterior, significó refiriéndose a las administraciones de Hipólito Mejía y Leonel Fernández. Euclides Gutiérrez guardó silencio pero cuando le tocó hablar inició expresando que ese era un panel muy peligroso por los que lo componemos y aclaró: creo que este seminario, por las cosas que he oído, tiene profundos matices políticos. En algunos de esos señalamientos me he sentido aludido, debería responder, pero no lo voy a hacer.
La magistral disertación de Cordero Michel fue exacta en las cifras adeudadas en cada gobierno en que el país puso en garantía sus riquezas y recursos mineros, citando los nombres de los acreedores y los acuerdos y compromisos de los mandatarios criollos que comparó, en algunos casos, con los de las actuales edes de la electricidad. Algunas de esas deudas, aseveró, aun se reflejan en la economía dominicana.
Respecto a la bahía de Samaná significó que no sólo Francia se interesó en ella sino que estuvo bailando durante todo el siglo pasado. Todos plantearon cederla a Francia, Inglaterra, Estados Unidos, y eso provocó que se constituyera en punto geográfico político, como es hoy turístico, manifestó. Agregó que la zona poseía una gran importancia estratégica y que se creía que tenía minas de carbón hasta que después se descubrió que era lignito.
Comparó el tratado de libre cambio que firmó Lilís en 1891 con el que se firmaría en Washington al día siguiente del seis de marzo, cuando se celebró el seminario y dijo que por entreguistas pasamos a depender económicamente de los Estados Unidos. En virtud de ese tratado, señaló, entraron aquí trescientos cuarenta y cinco productos norteamericanos libres de impuestos, y sólo se llevaron allá tres dominicanos: azúcar, café y cuero. Con Ulises Heureaux, explicó, comenzó la ola de empréstitos, parecida a la actual, y que totalizó treinta y tres mil ochocientos millones de dólares.
Cordero Michel narró, además, la situación económica del país antes, durante y después de la intervención norteamericana de 1916 y aludiendo convenios presentes similares exclamó que en pocos años nos convertiremos en una especie de estado asociado libre de Puerto Rico y nos quedaremos sin nacionalidad. Vamos camino a una devaluación acelerada y a la desaparición de la moneda nacional, concluyó.
Problema de Haití
En el seminario, que contó con numerosa concurrencia de estudiosos ávidos de conocimientos, predominaron los temas de la identidad nacional y el caso haitiano con todo lo que ha representado el vecino país en relación con la República. Antonio Avelino expuso el problema sanitario, la deforestación, la carga que conlleva para los dominicanos la presencia haitiana y advirtió que si no creamos una conciencia en el pueblo no tendremos nada, entendiendo que se impone la tarea de crear un espíritu de unidad dominicana, tomando como ejemplos a Bolívar y San Martín.
El doctor Francisco Alberto Henríquez dijo, por su lado, que la nacionalidad que más ha luchado por sobrevivir ha sido la dominicana y enumeró expediciones, derrotas, batallas, invasiones desastrosas, guerras largas que ha debido enfrentar. Lamentó el que Núñez de Cáceres haya sido criticado y vilipendiado duramente, sin datos, cuando, según su parecer, el gesto de Núñez de Cáceres fue salvarnos. Si Boyer no hubiera sido un obscurantista, absolutista, hubiera hecho una alianza para librarse de los poderes coloniales, exclamó. Después de una pormenorizada relación de las gestiones de Duarte en busca de alianza con el pueblo haitiano para lograr la integración, llegó al presente para declarar que todo lo de Lomé está dirigido a que nosotros seamos permisivos con el pueblo haitiano.
Pidió que se ayude allí a los hospitales, que instalen zonas francas y que todos los estratos ayuden a Haití a levantarse. Reveló la existencia de una élite haitiana que ha desertado de su tierra y se ha casado con francesas y canadienses. El ochenta por ciento de la élite no reside en Haití ni va a Haití a sacrificarse por el pueblo, manifestó deplorando la mala suerte de los haitianos.
La exposición del doctor Wenceslao Vega se concentró en la influencia de las potencias extranjeras en la Independencia, indicando que el arcoiris político colonial de la época estaba puesto en el Caribe. Significó que las mismas trataron de proteger, interesadas, la República contra Haití y esa rivalidad, adujo, sirvió para mantener la Independencia. Si bien los entreguistas firmaron acuerdos, nunca se mantuvieron porque la otra potencia interesada obligaba al gobierno de turno a echarse para atrás, comunicó Vega quien también detalló métodos de lucha empleados en las batallas por la Independencia. Henríquez Vásquez intervino para aclarar: Los dominicanos, en su desesperada lucha contra Haití, inventaron un tipo de combate: la carga al machete y Cordero Michel agregó la carga lanza, asegurando que lo que más afectó a todo el que nos invadió fue la táctica de la tierra arrasada, candela.
Recostada en un mito
Euclides Gutiérrez dijo que le preocupó escuchar a sus antecesores en la palabra porque comprobó que parte de la historia dominicana ha terminado recostada en un mito: la historia del pueblo haitiano relegando el valor, el sacrificio, el patriotismo, la soledad del pueblo dominicano, todo eso fundamentado en criterios políticos, coyunturales.
No es verdad que el pueblo haitiano ha tenido más tradición de lucha que el dominicano. Este es el único pueblo que ha tenido que luchar contra cinco naciones, agregó, y afirmó que nadie, nunca, vino a ayudar al pueblo dominicano en sus guerras de Independencia. Destacó la guerra demoledora contra España, el decálogo de guerra de guerrillas, que atribuyó a Mella y que, según él, fue el primero del mundo, y resaltó el valor de los criollos en la resistencia de 1865 y el veintiocho de abril de 1965 cuando los yanquis intervinieron en Santo Domingo.
Las ponencias se extendieron hasta el presente.