165 años… “Soplando”

165 años… “Soplando”

POR ALEXIS MÉNDEZ
¿Qué amante de jazz no ha vibrado con el fraseo de Charlie Parker? ¿Quien, al escuchar las notas del tema “Desafinado”, ejecutadas por Stan Getz, no ha puesto sus emociones “bocarriba”? ¿Qué crítico no ha tenido que admitir, por lo menos una vez, la trascendencia de los sensuales Saxos de Kenny G y Gato Barbieri?

Sensualidad, fraseo, emoción…si, emoción causa un Saxofón bien tocado, con un color definido. Y es que nadie puede resistirse al sonido de este instrumento.

El pasado martes, el Saxofón estuvo de cumpleaños. El 21 de marzo de 1946, su inventor, el Belga Adolphe, o Adolfo Sax, patentizó este instrumento.

Pero antes, el maestro Héctor Berlioz había escrito un artículo, fechado el 12 de junio de 1842, donde describía “el nuevo invento de su amigo Adolfo”; dos años más tarde, 1944, el Saxofón fue exhibido por primera vez en la feria industrial de Paris; y ese mismo año el instrumento presentó sus credenciales, en cinco conciertos dirigidos por Berlioz, y en los cuales es incluido. Un buen dominicano diría que lo “declararon tardío”, porque para 1846 el saxo ya tenía cinco años.

El dulce sonido de un Saxofón, no importa si es alto, tenor o barítono, ha logrado embriagarnos a todos, porque con todos se ha codeado. Se ha sentido en trabajos corales de Berlioz y en obras Gershwin, Ravel y Bizet.

En el Jazz, adquirió supremacía a partir de 1930, la cual ha mantenido hasta la fecha. El libro “Jazz, de Nueva Orleáns a los ochentas” de Joachim E. Berendt, destaca que “el instrumento ideal del jazz es aquel que posee la fuerza expresiva de la Trompeta y la agilidad del Clarinete. El saxofón es el único instrumento que reúne estas dos cualidades, que en todos los demás se enfrentan incompatibles”.

Es esa misma dualidad la que lo hace simpático y adaptable en cualquier estilo. Por eso de ser tan aristócrata francés, pasó a las bohemias de los “Pubs” de Chicago.

También pasó a ser tan campesino como nuestra tambora y como nuestra güira, cuando veinte años después de su invención llegó toco suelo dominicano, y se matrimonió con ellas, y con el también inmigrante acordeón formaron el conjunto típico definitivo para interpretar el merengue. Décadas después se insertó en las grandes orquestas populares y posteriormente en los combos.

En mi “salsa” no tuvo trascendencia. El guapo del barrio era el trombón con su ronquera. No obstante estuvo y se ha mantenido presente, influenciado por las “Big Bands” de los 50s que los domingos en la tarde llenaban de gloria el club “Paladium” de Nueva York. Esas eran las de Tito Puente, Tito Rodríguez y Machito que eran la versión tropical de las “Jazz Bands”, formato orquestal que llevó Mario Bauzá a la música afro antillana, y donde aparecían los tres tipos de Saxo. Ya en la segunda mitad de los 60s y en todos los 70s se escuchó en la banda gorda de Eddie Palmieri y en agrupaciones como la de Willie Rosario y El Gran Combo de Puerto Rico, en muchas más, por supuesto.

No sé si es un exceso decir que es el más universal de los instrumentos de viento, a pesar de su juventud, pero su popularidad es sorprendente. Y es que en todas partes ha habido un saxofonista “soplando”:

Tavito Vázquez, Mario Rivera, Crispín Fernández, Paquito D`Rivera, Gato Barbieri, Sydney Bechet, Sandy Gabriel, Coleman Haukings, José el Calvo, Phil Woods, Sonny Rollins, Ornette Coleman, Luis Disla, Juan Colón, Félix del Rosario, Stan Getz, Ed Called, David Sánchez… y los demás, de aquí y de allá, de ayer, hoy y siempre, que mi memoria no capturó en el momentos de escribir estas líneas.

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