La experiencia de Hiroshima y Nagasaki al finalizar la Segunda Guerra Mundial de la década del ’40, debe ser traumática, tanto para Estados Unidos como para Japón. El detalle sobra.
La humanidad se siente amenazada ante el pugilato del presidente de la nación más poderosa del mundo, Donald Trump, y el “mandamás” norcoreano Kim Jong Un. Ambos gobernantes son calificados de “locos” por una franja de ignorantes. Hace unos días Jong Un recibió a su colega de Corea del Sur en visita oficial, pero lo tratado en privado no trascendió.
Ahora, un cable de la Agencia Francesa de Prensa (AFP) fechado en Washington, capital de EE.UU. anuncia para el venidero mes de mayo, que Trump se reunirá con Kim Jong Un, atribuyendo a un alto funcionario surcoreano y la Casa Blanca, la especie.
Realmente debe ser de regocijo mundial que estos dos magnates arriben a un acuerdo para reunirse y que el tema principal sea “la desnuclearización de la península coreana”.
Ya antes China mostró urgentemente necesario que Estados Unidos y Corea del Norte inicien “un diálogo”, tras Seúl y Pyongyang reunirse.
La noticia es altamente halagüeña para la paz mundial y habrá que esperar a mayo, que no está tan lejos, con la esperanza de que ambos líderes mundiales, muestren su sensatez.
Entendemos como casi seguro que de esa reunión saldrá el “humo” que sale de la chimenea del Vaticano cuando los cardenales se reúnen para la elección de un nuevo Papa.
De todas formas, crucemos los dedos y pongámonos en oraciones, esperando la solución a esta gran crisis o disolución de este pugilato por el predominio mundial. ¡Que sea lo que Dios quiera. Amén.