Poligamia y “chapeo”

Poligamia y “chapeo”

Tahira Vargas

Recientemente se puso a circular un libro que ha tenido impacto en las redes sociales y medios de comunicación, “El manual de la Chapiadora”. El libro se agotó en pocos días. No lo he leído, desconozco su contenido.
El hecho de que el libro salga a la luz pública es interesante. Pone en el debate público el análisis del fenómeno, que envuelve dos dimensiones, la poligamia y el sexo transaccional.
El ejercicio de la poligamia desde la masculinidad en nuestra sociedad no ha sido cuestionada públicamente; por el contrario, se encuentra legitimada y normalizada. La existencia histórica de “amantes” “queridas” en muchos hombres de diferentes estratos sociales y con cargos políticos, legislativos y públicos no son objeto de sometimiento o demanda judicial.
El hombre adquiere un mayor “puntaje” con respecto a su virilidad y su machismo. Las “amantes” y “queridas” son las que han sufrido y sufren el cuestionamiento social y el estigma que afecta su presencia en determinados círculos y actos sociales.
Los roles segregados de género sostenidos por el patriarcado en el que la mujer se relega al hogar, a las tareas domésticas, cuidado y crianza de sus hijos/as han servido de plataforma para convertir a la mujer en la que “da el sexo” a cambio de ser “mantenida” por el hombre. La mujer históricamente excluida de los derechos sexuales y reproductivos por cientos de años, ha jugado ese papel, el sexo no es para ella sino para el marido y sirve como mecanismo de obtención de ingresos, se busca un “marido que la mantenga”.
Nuestra sociedad ha legitimado esta lógica desigual entre hombre y mujer, le ha vendido a la mujer que ser “seria” es aceptar estas normas, su cuerpo debe estar al servicio exclusivo de su “marido”.
Cuando la mujer se sale de esta norma y adopta prácticas múltiples de transacción económica a través del sexo carga con el estigma de “puta”, “cuero” o “prostituta” (trabajadora sexual) y una nueva categoría asociada a las anteriores, “chapiadora”.
La diferencia entre “la chapiadora” y las otras categorías es su salida “del closet”. No están ocultas y en muchos casos encuentran representaciones en figuras públicas que son modelos estéticos-corporales con una inversión significativa de cirugías estéticas para mantener la práctica.
Los favores sexuales que ofrece la chapiadora tienden a ser “confundidos” por el hombre que entiende debe reducirse a ser “amante” y “exclusiva” y no extenderse a múltiples servicios con otros hombres. Ella rompe con el patrón de “amante”, “no tiene compromisos de exclusividad” y asume cierta libertad de ejercer poligamia al igual que el hombre que se beneficia de sus favores sexuales.

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