El financiamiento con impuestos no enfrenta, ni mucho menos resuelve, el problema central de los sistemas previsionales: su falta de adaptación a los cambios demográficos y tecnológicos que determinan una creciente longevidad, afirmó ayer Arismendi Díaz Santana, consultor internacional en Seguridad Social.
El primer gerente general del Consejo Nacional de la Seguridad Social dijo que muchos países han tenido que recurrir a subsidios estatales para mantener sus sistemas de retiro y los resultados son desastrosos en desigualdad social e inequidad.
Un estudio del Banco Mundial sobre el sistema previsional de Brasil demostró que el quintil con pensiones más altas recibe el 35% del subsidio gubernamental, en tanto que el quintil de pensionados más pobres, apenas recibe el 4% del subsidio total.
Explicó que hace 70 años la esperanza de vida era de apenas de 51 años, lo que hacía viable los modelos de reparto, pero ahora los años promedio de pensión pasan de 15, generando un déficit insostenible e indetenible porque la longevidad continúa avanzando.
Para el 2050 la esperanza de vida será de 84 años promedio, lo que determinará la suerte de los modelos previsionales, sean de reparto o de capitalización, e independientemente de la fuente del financiamiento.
Planteó que sería interesante que los economistas Luis Vargas y Antonio Ciriaco Cruz demostraran su afirmación mediante modelos matemáticos convincentes de que los cambios paramétricos en las pensiones no resuelven el problema de las pensiones en el país.

“Opino exactamente lo contrario, ya que estoy convencido de que el progreso de la humanidad ha quebrado la relación primaria entre las principales variables actuariales y financieras que determinan el equilibrio y la sostenibilidad de los planes de retiro”, dijo Díaz Santana.