El valor de la imagen : Lo que más daña la imagen

El valor  de la imagen : Lo que más daña la imagen

J. LUIS ROJAS.

De manera coloquial, podría decirse que la imagen pública es el conjunto de percepciones, actitudes, opiniones y creencias falsas o verdaderas, que se forman los individuos luego de vincularse, vivir algún tipo de experiencia y forjarse un marco referencial en torno al ser y al parecer de los países, de las empresas, de las instituciones, de las marcas y de las personas. En fin, la imagen es la mezcla de rasgos tangibles e intangibles, a través de los cuales se describe, recuerda y asocia a una organización, a una persona y a una marca.

Todo cuanto piensan, deciden, hacen y dicen los países, las empresas, las instituciones, las marcas y las personas, incide positiva o negativamente en su imagen pública. Por ejemplo, incurrir en las siguientes acciones daña la imagen:
Violar las leyes, normas y acuerdos establecidos, con el propósito deliberado de obtener beneficios individuales que perjudican el bienestar común.
Decidir, actuar y hablar al margen de la ética y la transparencia, a sabiendas que estas malas prácticas fomentan la corrupción y la impunidad.
Construir y proyectar un perfil de imagen pública sustentado en historias mediáticas, amparadas solo en los factores tangibles del parecer.
Invertir tiempo y dinero pretendiendo ocultar las consecuencias negativas derivadas de malas prácticas gerenciales y productivas.
Emplear la estadística para falsear los datos, pretendiendo con ello manipular y distorsionar determinadas realidades del presente y el futuro.
Reemplazar la cultura organizacional por estilos gerenciales individuales y caprichosos, con la finalidad de suplantar lo institucional por lo personal.
Promover a los colaboradores internos basándose en el chisme y el clientelismo laboral.
Excluir, desacreditar y descalificar a los colaboradores que piensan y deciden con cabeza propia.
Sustituir los canales formales y asertivos de comunicación por el chisme y el rumor.
Establecer sistemas de espionaje y vigilancia para descalificar y excluir a los empleados que saben escuchar sin perder la voz.
Poner límites y barreras a la creatividad del talento humano interno.
Utilizar como plataforma la gerencia del “BAM” para mostrar supuestos resultados.
Administrar los recursos y procesos de las organizaciones utilizando como herramientas principales el miedo, el control y la autoridad irracional.

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