Mercados cada vez más complejos y un entorno regulatorio en constante cambio están estimulando a los tesoreros corporativos a optimizar sus flujos de trabajo. Sin embargo, a pesar de estos recientes cambios, muchos siguen operando bajo procesos antiguos y poco flexibles para satisfacer estas exigencias más estrictas.
El papel del tesorero corporativo ha evolucionado significativamente en los últimos años, lo que ha resultado en que se le han agregado aún más responsabilidades de toda la organización.
¿Cómo pueden los tesoreros administrar con eficacia sus procesos básicos –administrar las cuentas por pagar y cobrar, las cuentas bancarias, el riesgo financiero y la cobertura de divisas– mientras asume este nuevo papel ampliado?
Con flujos de trabajo manuales y semianuales ineficientes y que hacen perder tiempo todavía presentes en muchos departamentos de tesorería, la tecnología basada en datos ha surgido como una nueva alternativa, lo que permite la automatización de muchas operaciones corporativas.
Debido a que muchos de los recursos de tesorería se despliegan en actividades de bajo valor agregado y a que los tesoreros quedan atascados haciendo reconciliaciones básicas, las organizaciones quedan vulnerables a riesgos ya que sus sistemas operativos son lentos para mantenerse al tanto de las obligaciones regulatorias y de transparencia.
No cumplir con estos estándares de la industria representa un riesgo para las empresas e inversionistas porque las formas antiguas de hacer las cosas no pueden satisfacer las crecientes expectativas de mejores prácticas y de comportamiento ético. Agregue a eso el mayor acceso a la tecnología y tendrá un escenario que favorece la transformación hacia la automatización.
Los tesoreros ahora están aprovechando las oportunidades para optimizar sus procesos al desplegar tecnología de automatización, como plataformas de operaciones electrónicas, para su ejecución. Las plataformas de transacciones pueden abordar el inconveniente clave de los flujos de trabajo heredados, su incapacidad para adaptarse a mercados modernos basados en la tecnología.
Las operaciones de divisas son una parte vital del flujo de trabajo de una tesorería, pero muchas empresas usan sistemas establecidos hace décadas.
Guiadas por información introducida manualmente en burdas hojas de cálculo, las órdenes todavía se hacen por teléfono y los pedidos se ingresan a los sistemas manualmente.
Del mismo modo, las ofertas de precios bancarios se buscan por teléfono.
Con tantas capas de intervención humana, no es sorprendente que las operaciones puedan terminar con errores. Los errores por ingresos manuales y los malentendidos verbales pueden tener varios impactos negativos en las empresas.
La automatización descarta esos riesgos potencialmente dañinos, aportando transparencia, confiabilidad y eficiencia al flujo de trabajo, así como facilitar el proceso directo (STP por su sigla en inglés).
Todos los aspectos de las actividades de un departamento pueden combinarse bajo estos sistemas interconectados, desde la recaudación de efectivo y proyecciones a la planificación de liquidez, gestión de riesgos financieros y cumplimiento regulatorio. Pueden alimentarse de flujos de trabajo digitalizados de otros departamentos, ayudándolos a identificar nuevas economías de escala y formas de optimizar costos.
Una ventaja
Los departamentos de tesorería, que se apresuran para corregir flujos de trabajo fragmentados, han dado la bienvenida a soluciones que proporcionan una ventana integral de las operaciones en departamentos, lo que ofrece información que podría ayudar a racionalizar estrategias y descubrir oportunidades comerciales inadvertidas. Sin embargo, algunas organizaciones han adoptado un enfoque fragmentado, digitalizando algunas operaciones en una serie de plataformas más pequeñas. Con esto han surgido nuevos problemas.