La última estación en la cruzada de Giovanni di Pietro PRINCESA DE CAPOTILLO. Dice: “no hay que buscar altos vuelos narrativos en la novela de Luis R. Santos”.

La última estación en la cruzada de Giovanni di Pietro PRINCESA DE CAPOTILLO.  Dice: “no hay que buscar altos vuelos narrativos en la novela de Luis R. Santos”.

Con la publicación de “Bestiario dominicano 3”, (2019), de próxima aparición, Giovanni Di Pietro cierra su estudio sobre la novelística dominicana. Desde los años ochenta inició su proyecto de leer y analizar la producción que sobre este género se había realizado en el país. En una primera etapa, realizó un develamiento del pasado de este tipo de escritura que aparece en los libros “Las mejores novelas dominicanas” (1995) y “Quince estudios de novelística dominicana” (2006), entre muchos más. En este último libro, espigó una lista de las que considera son las más acabadas dentro de su particular manera de apreciación estética.
Surge de sus distintas lecturas un supremo interés por fundar una novelística dominicana. Su crítica está íntimamente asociada a la idea de la fundación de la nación dominicana en las letras, por lo que el ideal de soberanía e independencia política se encuentra a la par de la difusión de las ideas morales que sirven de revestimiento al edificio de la dominicanidad.

Di Pietro es un nuevo dominicano. Nacido en Italia y criado en Estados Unidos y Canadá, países en los que se formó al asistir y trabajar en las mejores universidades, como Mc Gill, Concordia y Queen’s University. Giovanni Di Pietro ha querido ser y lo es, por méritos propios, un dominicano. Un distinguido miembro de la ciudad letrada insular. La perspectiva que ha dado sobre la escritura del país es importante y, muchas veces, necesaria. Pero ocurre que no siempre se le ha visto de esta manera.

Y esto se debe a su acendrada independencia de criterios, a su dedicación sin par a la lectura y crítica de un género y a la fundación, de lo que hoy podemos llamar la novelística nacional. Antes teníamos novelas, pero con los trabajos de Giovanni Di Pietro tenemos un relato más completo de la tradición de la escritura de este género. Su coherencia se puede observar en su particular perspectiva: la del lector. Por esa razón ha defendido su método como el que resulta de la lectura, no de las ideas preconcebidas del crítico académico, sino las del académico que se aparta de las tradiciones del pensar lo literario y se suscribe a una: la propia, la que considera de mayor valor.

Entiendo que el método de Di Pietro, que él ha explicado hasta la saciedad, no corresponde al de muchos de los críticos y no es aceptado por aquellos que no han logrado una valoración favorable de sus obras. Pero, yo afirmo que, a pesar de las diferencias que pueda haber y a pesar de las críticas que se le puedan hacer, su manera de criticar, o de leer la obra literaria es pertinente. Y hay en el resultado un aspecto más que crucial para el ‘lector’ y que no deja de convencernos: que da en la diana con sus dardos cuando habla de muchas obras que no merecen o no merecían la imprenta. Y que debieron haber quedado en el cajón de un editor responsable.

Para Di Pietro la novela está formada por una serie de elementos que deben funcionar como totalidad. De ahí que su método se pueda calificar de neofuncionalista. Se resume en que el propósito del autor debe ser coherente en cuanto al sentido que se busca expresar. Entra en una indagación dialógica cuando piensa que la tradición de la novela dominicana se puede leer mejor desde una lectura simbólica. Y esto porque en ella se encuentran los valores patrióticos simbolizados en los personajes. Di Pietro exige una novela que piense sobre el país, que incluya un giro nacional, una preocupación por el destino de los dominicanos. Y este aspecto pocas veces se encuentra expresado en muchas de las obras que tienen luz en la república de las letras.

Todo esto que vengo diciendo lo podemos encontrar a lo largo del trabajo que este escritor ha realizado y que con este libro parece terminar. Veamos algunas novelas y los juicios que Di Pietro expresa sobre ellas. Porque al final vamos a ver cómo su escritura es en el fondo una cruzada en procura de la fundación de una novelística dominicana de incuestionable calidad.

Al comentar la novela “Rostros de sombra”, de Víctor Escarramán, señala el crítico: “De Veras que los novelistas dominicanos… ya no saben qué más inventar… Resulta que esta novela… nos brinda la triste o quizás tragicómica historia de una monja hermafrodita”; y agrega más adelante un defecto de muchas de las novelas que contiene su nuevo “Bestiario”; agrega que “a la novela [de Escarramán] le falta un propósito claro, uno que se refleje en los personajes que el autor va creando, especialmente el personaje principal”; por lo demás, agrego yo, lo que se narra no tiene más intención que espantar al burgués, que es el que cree que ya el mundo tiene una forma dada por la moral y las leyes, cuando en verdad los sujetos actúan dentro de una diversidad de acciones, que ameritan juicios éticos diversos. Dice Di Pietro: “una novela tiene que tener un propósito”; es decir, un plan intelectual fundador, pero esto no lo encuentra aquí, como ocurre en muchas novelas dominicanas.

De la “Princesa de capotillo”, de Luis R. Santos, dice: “no hay que buscar altos vuelos narrativos en la novela de Luis R. Santos. Tampoco profundos niveles de sofisticación. Simplemente dicho, no los tiene”. Y agrega: “la historia que Santos narra en su obra es una historia muy lineal. Predecible desde el principio. En fin, a la obra le falta profundidad…”. Di Pietro nos lleva a pensar que la obra de Santos es una novela cursi, tal vez una versión pésima de la novia en “Kill Bill” de Quentin Tarantino, pero puesta en un barrio de Santo Domingo.

Más adelante, el discurso crítico de Di Pietro sintetiza: “Es casi una norma, como hemos notado en otros lugares, que en la novelística dominicana los personajes tienden a ser simbólicos”. Y comienza a leer de una manera más positiva la obra de Santos con lo que podemos ver que amparado en el inconsciente colectivo, la obra de Santos podría ser leída como una tragicomedia de la vida dominicana en la que el pueblo, la patria y la nación establecen un diálogo problemático. Y así la obra, gracias a la lectura, podría ser tomada como un texto que “nos está comunicando ideas de gran envergadura”. Y pase a ser un relato con cierta congruencia en la exposición de los problemas nacionales. Con esto Giovanni Di Pietro es congruente en apreciar el contenido sobre la forma y este dualismo básico en sus lecturas.

Otra obra que comenta en este “Bestiario”, el crítico Di Pietro es “Idolatría” escrita por Jimmy Sierra. A la que califica de “fantasía narrativa”, “un texto hecho de interminables ocurrencias”, “un caótico enjambre de ocurrencias que no suman una historia coherente”. “Idolatría” no tiene otro propósito de entretener al lector”. Y asevera: “Una obra no puede estar hecha de una interminable serie de ocurrencias… “Sierra… va a rechazar esta manera de referirse a su novela, y va a insistir que su obra tiene una moraleja…” Pero para el crítico, la obra de Sierra no tiene ningún propósito y está hecha exclusivamente para el entretenimiento. (Continuará).

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