El enrevesado caso del Consejo de la Magistratura

El enrevesado caso del Consejo de la Magistratura

En el caso de las acusaciones que hizo el Procurador General de la República contra la recia y responsable magistrada Miriam Germán hay tela para especulaciones, una de las cuales es la que sigue.
Conforme al ordenamiento constitucional, el Magistrado Procurador General de la República es, realmente, una cuña del Poder Ejecutivo en el Poder Judicial, de ahí el derecho del Presidente de la República a designar ese funcionario como su representante ante ese otro poder del Estado.
Siempre que se trata de un poder delegado y delegar es: “dar a otro la jurisdicción que tiene por su dignidad u oficio para que haga sus veces o para conferirle su representación” según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua. Más claro, ni el agua.
El Procurador General de la República, licenciado Jean Alain Rodríguez, es un empleado del Poder Ejecutivo, que representa los intereses del Poder Ejecutivo, aunque la teoría diga que representa los intereses de la sociedad.
Todos sabemos que el Procurador General de la República actúa en, y para beneficio político de su delegatario, en consecuencia, las acciones del Procurador General de la República involucran al presidente de la República, verdadero jefe del Ministerio Público, por aquello de quien puede lo más, puede lo menos.
Es elemental suponer que el mandatario es dependiente del mandante, lo cual agrava la situación en el caso de las acusaciones de Jean Alain Rodríguez contra la magistrada Miriam Germán, las cuales, según la actuación del acusador fueron fruto de su decisión y no las consultó con el Presidente de la República.
Llegó tan lejos en su independencia, el funcionario, que violó el Reglamento del Consejo Nacional de la Magistratura, en cuya redacción participó, por lo cual no podía alegar ignorancia.
Aun así, Rodríguez saltó todas las reglas, respeto y consideraciones, a los demás miembros del Consejo Nacional de la Magistratura y presentó sus objeciones, amparado en supuestas conversaciones y denuncias hechas por terceros, de manera irresponsable, amparados en el anonimato, las cuales no fueran firmadas por los acusadores.
Lo peor es, que el asunto se presenta como un vulgar caso de espionaje ejercido cobardemente contra una profesional, una mujer, cuyo ejercicio en la judicatura tiene un historial de responsabilidad, de dar la cara, de aplicar la Constitución y las leyes, en buen derecho.
Es fama que Miriam Germán actúa con toda seriedad y una probidad probada en más de 40 años ejerciendo como jueza en los distintos niveles de la justicia, hasta la Suprema Corte.
Pienso que el Presidente de la República no es cómplice de la chicana de Jean Alain Rodríguez. De funcionarios como ese debe cuidarse, licenciado Danilo Medina.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas