Agricultores esperan mientras Argentina ansía dólares de la soja

Agricultores esperan mientras Argentina ansía dólares de la soja

13/04/2010. Crédito: Cadu Gomes/CB/D.A Press. Brasil. Brasília - DF. Brasília 50 anos. Produtor com grãos de soja na região agrícola do PAD-DF.

Aimar Dimo sonrió mientras mostraba el vídeo de una trilladora que extrajo una cosecha extraordinaria de maíz en sus terrenos ubicados en la Pampa argentina. El Banco Central, que busca dar un espaldarazo a la moneda de peor desempeño del mundo, estará igual de feliz, siempre que la cosecha se venda rápidamente y los dólares ingresen al país.
Ahí está el problema. Dimo y sus colegas agricultores no tienen prisa.

Gracias a la inestabilidad del peso y a una guerra comercial que remece los mercados globales, es probable que los productores guarden gran parte de la cosecha. Apuestan por precios más altos a medida que avanza el año y un debilitamiento de la divisa local, exactamente lo que el Banco Central trata de evitar.
La autoridad monetaria ha elevado la tasa de interés por encima del 60 por ciento mientras intenta apuntalar la moneda hasta que ingrese la suma estimada de US$22.500 millones producto de una cosecha histórica de maíz y la quinta mayor recolección de soja en la historia de Argentina.

“Está claro que el ritmo de venta de los agricultores es más cauteloso de lo habitual”, comentó Gustavo Idígoras, presidente de la cámara industrial Ciara-Cec, cuyos miembros incluyen los denominados gigantes ABCD del comercio agrícola. “Están especulando sobre el peso y los precios en Chicago”.

Los agricultores se han comprometido en contratos con traders por 8,6 millones de toneladas de soja, el 16 por ciento de la cosecha. En el mismo punto del año pasado sellaron compromisos por casi un tercio de esa cifra, según datos del gobierno. Para fines de junio, es posible que los agricultores vendan solo el 30 por ciento de su producción de soja, señaló Agustín Tejeda, economista jefe de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires.

La situación del Banco Central ha revivido un viejo debate sobre el deber patriótico de los agricultores de vender soja para apuntalar el peso y sanear los balances comercial y fiscal de Argentina en lugar de acumular la oleaginosa en bolsas de silo y elevadores para granos, donde se convierten en una cuenta de ahorro personal.

Dimo, el agricultor, no está convencido. “Nadie va a vender como acto heroico”, afirmó en una feria agrícola la semana pasada cerca de Rosario, ciudad ribereña que es el polo argentino para los despachos de cultivos.

Del mismo modo, Ricardo Yarur, productor que posee unas 1.500 hectáreas en Pergamino, provincia de Buenos Aires, indicó que vendería solo la mitad de su cosecha para pagar las deudas que adquirió a fin de plantar granos. Después de eso, enviará el resto a las exportadoras “camión por camión” a medida que se acerca el pago de deudas como la de la escuela de sus hijos. “No es especular”, aclaró Yarur. “Es proteger mi moneda, que es el grano”.

Sin embargo, en caso de un posible enfrentamiento con el Banco Central, los agricultores no tienen todas las respuestas. Tras la severa sequía del año pasado, muchos estuvieron altamente apalancados previo a la siembra de soja y maíz. Ahora tienen que cumplir con esos pagos de deuda y los trueques de granos con proveedores de semillas, químicos agrícolas y combustibles.

También necesitan financiar la siembra de trigo y cebada en invierno. Es por eso que son fuertes los compromisos de vender maíz, que se espera generen US$5.400 millones, explicó Idígoras.
Los agricultores ya sellaron contratos por el 24 por ciento de la cosecha de maíz.

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