Con las de Mark Penn, la de Greenberg y la de Benenson de la semana pasada, son 19 las encuestas publicadas en lo que va de año. Limitémonos, por falta de espacio y otras razones, a analizar las nueve realizadas por empresas de prestigio internacional, que entrevistan cara a cara y que han evidenciado a través de los años que han acertado entre nosotros.
La última de Penn dio 62%-29%, la de Greenberg 59%-32% y la de Benenson 66%-26%, todas a favor de Danilo Medina. Las de Penn y Greenberg tuvieron resultados dentro de un margen de error de un 3%. La diferencia favorable a Medina es de entre 40 y 27 puntos.
En enero Mark Penn arrojó 57%-27%; en febrero Gallup 52%-36%; Benenson 59%-32% y Greenberg 55%-34%. En marzo Gallup dio 60%-31% y CID (la Gallup centroamericana) 62%-30%. Como se notará, Medina fluctúa entre 66% y 52% y Abinader entre 36% y 26%.
La última encuesta de Mark Penn explica que un 37% de los votantes son independientes, una proporción altísima, excedida solo por el 40% de los que se identifican como miembros o simpatizantes del PLD. En otras circunstancias los independientes votan en contra del Gobierno, un voto de rechazo, pero en nuestro caso solo un 28% de los independientes vota a favor de Abinader y el 56% a favor del candidato oficialista. 16% se declara simpatizante del PRM.
Si todos los independientes, un 37%, votasen por Abinader, junto con ese 16%, sumaría un 53% y este ganaría. Sin embargo, los independientes, los que posiblemente no están ni en la nómina pública ni reciben tarjetas de Solidaridad, votan 2 a 1 a favor del candidato oficialista. Por otro lado, de cada cien votos que recibe Medina, también según Mark Penn, 16 provienen de personas que ante otra pregunta manifestaron que habían votado por Hipólito Mejía hace cuatro años.
¿Qué ha estado pasando? Probablemente una combinación de dos factores. Por un lado, el grueso de la población piensa que Danilo Medina ha hecho un buen gobierno, a pesar de la evidente preocupación, reflejada en las encuestas, por la delincuencia y la corrupción y, por el otro, los mensajes de Abinader no han calado, ya sea por falta de recursos económicos, imaginación, asesoría o enfoque y también bloqueo de parte del Gobierno. En realidad los gastos de publicidad del candidato oficialista exceden por mucho los de Abinader. Este último propone un cambio, algo saludable para la democracia, pero el pueblo prefiere seguir con un Danilo Medina ayudado por el hecho que los que están en la nómina pública, más los que reciben tarjetas Solidaridad suman un 50% de los votantes.
Algunos voceros de la oposición alegan que el Palacio Nacional controla a las empresas que le hacen el trabajo de campo a las encuestadoras internacionales, es decir las que se ocupan de entrevistar.
De enero a marzo las encuestas no han reflejado exabruptos. Faltando un mes para el 15 de mayo cabría preguntarse si Abinader puede subir más de 30 puntos, es decir duplicar su voto. Luce muy cuesta arriba.
El PRI duró en México 71 años. El PLD lleva 16 años y todo indica que va para 20. ¿Hasta cuándo y cómo lograr el saludable cambio? Mientras tanto, en América Latina, «cambio y cambio» electorales.