Lo mucho, dice el refrán, hasta Dios lo ve, que en este caso está representado por monseñor Francisco Ozoria, uno de sus obispos,  quien  ayer dijo sentirse  preocupado por el derrotero que indican los últimos acontecimientos, léase la trama perversa que sacó a la jueza Miriam Germán  de la Suprema Corte  de Justicia, y la  posterior andanada del presidente del Senado y secretario general del PLD, Reinaldo Pared Pérez, contra los jueces del Tribunal Superior Electoral (TSE) que votaron  a favor de la anulación  de la convención del PRD que ratificó en la presidencia al canciller Miguel Vargas Maldonado, principal aliado del partido de gobierno. El arzobispo de Santo Domingo habló claro, alto y  fuerte cuando advirtió que la falta de independencia de los poderes del Estado está llevando al país hacia una dictadura. “Se ve claro que no hay una independencia en los poderes del Estado, entonces caemos en algo tan fuerte como una dictadura; si no despertamos, si no cambiamos, vamos hacia ahí”. Menos vueltas le dio al tema, 24 horas antes, el obispo de Baní monseñor Víctor Masalles, quien en su cuenta de twitter calificó como “una vergüenza” la intromisión en otro poder del Estado en el caso del polémico fallo del TSE. Y como si se tratara de “una línea” bajada desde los cielos por el Señor el obispo de San Francisco de Macorís, monseñor Fausto Mejía, también expresó ayer su preocupación por la independencia de nuestra justicia y los políticos que quieren controlarlo todo. Efectivamente, esos políticos han perdido la compostura, exhibiendo sin ningún rubor el talante autoritario que ocultan bajo su disfraz de demócratas. Y ha sido  su desfachatez, su    desprecio hacia reglas básicas de la vida en democracia como la separación e independencia de los poderes del Estado, lo que ha disparado las alarmas de los obispos y  otros sectores, pues ha puesto al descubierto sus  maquinaciones contra la democracia que costó tanta sangre, sudor y lágrimas construir.