Caldera quiso designar a César Caamaño ayudante personal

Caldera quiso designar a César Caamaño ayudante personal

Teófilo Quico Tabar

A finales de enero del 1966, terminada la contienda constitucionalista, y Francis Caamaño haber salido hacia Inglaterra, se celebraría una reunión de la Organización Mundial Demócrata Cristiana en Lima, Perú. Antonio Rosario y Caonabo Javier, presidente y secretario general del desaparecido Partido Revolucionario Social Cristiano decidieron que yo representara el partido en dicho evento.
Enterado César Rafael Caamaño, uno de los valerosos ayudantes del coronel Caamaño durante la Guerra de Abril, quien vivía cerca de mi casa, quiso viajar conmigo a Perú, ya que su hermano Álvaro (Varín) se encontraba allá trabajando en el Ingenio Trujillo.
César viajó dos días antes. Al llegar a Lima, me esperaron tanto él, Varín como Guarocuya Sánchez, dirigente juvenil socialcristiano seibano, que se encontraba estudiando veterinaria en una universidad peruana.
Cuando fuimos a formalizar la acreditación para el magno evento, así como la logística de alojamiento hotelero, Margarita Palacios, secretaria de ODCA, informó que el Dr. Rafael Caldera, uno de los grandes líderes socialcristianos de América, quería verme. Realizó las gestiones y nos condujo a los cuatro a la habitación del hotel donde estaba alojado.
Le presenté a los acompañantes y su cordialidad fue la de siempre. La conversación se inició en torno a la crisis interna del Partido, por lo cual Antonio y Caonabo estaban fuera al momento de la contienda bélica. Ambos ocuparon cargos diplomáticos en el gobierno de Caamaño.
Luego introdujo el tema de la Guerra de Abril. Se interesó mucho en algunos detalles. Sabía de la salida de Caamaño hacia Londres. Alabó el coraje de los dominicanos que lucharon por la constitucionalidad y la soberanía. Igualmente alabó al coronel Fernández Domínguez, de quien ofreció algunas informaciones loables.
A petición de Caldera, tanto Álvaro como César ofrecieron algunos detalles e hicieron anécdotas sobre la revolución. Y fue evidente el impacto positivo que le causó la forma franca, sincera y decidida de César Rafael.
En virtud de que llevaba un documento para presentarlo al evento sobre lo acontecido en el país, Caldera sugirió que hablara con Osvaldo Hurtado, presidente de la Juventud Demócrata Cristiana de América (JUDCA) para que fuese él quien lo motivara. Hurtado llegó a ser presidente de Ecuador.
Caldera nos invitó nuevamente para el día siguiente en horas de la tarde. Asistimos los cuatro. Luego de conversar y reiterar testimonio de admiración por la lucha que libramos los dominicanos, le propuso a César Rafael que se fuera con él para Venezuela. Que lo quería como asistente. Que necesitaba a su lado una persona de valor probado y de sus condiciones personales. César le dijo que tenía que pensar y consultarlo con su familia. Que como Caamaño estaba en Londres, debía hablar con Claudio que tenía planeado viajar a Chile.
Durante la cena, Álvaro le dijo a César que aceptara. Que Caldera iba a ser presidente de Venezuela. Pero César decidió no ir. Se quedó un tiempo en Perú y luego regresó. Tres años más tarde Caldera se juramentó como Presidente. Varias veces, aquí y allá, Caldera preguntó por César Rafael.

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