1928

1928

UBI RIVAS
El año 1928 estuvo marcado por un conjunto de apreciaciones asaz desilusionantes repletas de incertidumbres en el dominicano de todos los estratos sociales, donde predominaba la sensación de que no había en el gobierno un propósito definido de conducción y/o control del entorno nacional.

Sucedía que el presidente Horacio Vásquez gobernaba pero no mandaba, porque la administración estaba larvada por la corrupción más escandalosa hasta ese entonces que recuerda la República, aunque, cierto, no le salpicó nunca en lo más mínimo, pero la toleró, consintió, nunca dispuso enfrentarla.

El modo tradicional de conducirse los dominicanos, de recato, humildad, vivir con sencillez, fue interrumpido por los oropeles, los carros Packard desde donde “la luna se apreciaba más bella”, y así al socaire del permisivismo a la claque que se armolinaba en torno al Presidente, surgió el segundo eslabón de la burguesía criolla, siendo el primero la prohijada por el presidente Ulises Heureaux, el terrible general Lilís.

En octubre de 1929 se produjo la Gran Depresión, el crak que colapsó a Wall Street, donde los precios de los bienes de consumo se vinieron abajo y los ahorros de las familias pudientes dominicanas depositados en bancos norteamericanos se perdieron irremisiblemente para siempre.

Ese mismo año 1929 el presidente Vásquez fue intervenido quirúrgicamente extirpándosele un riñón en Baltimore, Estados Unidos, y a su regreso por la vía marítima, su estado físico era ciertamente deplorable, idéntico a como estaba el país.

El presidente Vásquez había sido electo en las elecciones del 16-05-24 conjuntamente con el vicepresidente Federico Velásquez Hernández obteniendo 72,094 votos contra 31,187 del licenciado Francisco José Peynado que lideraba la Coalición Patriótica de Ciudadanos. Horacio presidía la Alianza Nacional Progresista.

En 1927 el presidente Vásquez impuso una modificación constitucional que permitió prolongar por seis años el período constitucional tanto para el Presidente como para los legisladores, con el alegato de que había asumido el poder al amparo de la Constitución de 1908 que estatuía un mandato de seis años, en vez de cuatro que dispuso la reforma de 1924, que disponía que los funcionarios electos todos concluían el 16-08-28.

Además de ese adefesio y provocación al curso normal constitucional, el presidente Vásquez intentó reelegirse, es decir, continuar en el poder desde el poder, un proceder calamitoso que ha flagelado al país con mayor devastación que todos los fenómenos naturales juntos que hemos padecido los dominicanos desde el nacimiento de la República el 27-02-1844.

En 1929 el presidente Vásquez contaba con 67 años y comandando el Ejército, desde la principal guarnición militar de entonces, la Fortaleza Ozama, un general de 38 años, 19 menos que el Presidente, llamado Rafael Leonidas Trujillo, observaba y capitalizaba los acontecimientos y el vencimiento de un orden definitivamente acabado.

En el país ya no se tremolaba el otrora estruendoso: ¡Horacio, carajo, ó que entre el mar, sino más bien que se abría el compás de un hombre nuevo, un gendarme que pusiera coto a la gran tribulación, desasosiego y desbarajuste del destino nacional.

El gendarme estaba ahí, el presidente Vásquez terminó de formarlo de su primer gran empuje que le endosaron los “marines” y la “constabulary”, cuando el 15 de agosto de 1927 lo elevó al rango de general de brigada.

Hoy, a 78 años de ese fatídico 1928, la Conferencia del Episcopado, el CONEP, los industriales de Herrera, al unísono, por separado, afirman que el país se percibe sin orden, sin una conducencia férrea que permite a todos hacer lo que les venga en ganas, en un contexto muy similar a 24 meses antes de 1930 no mencionarse ese hombre nuevo que apareció y signó el destino nacional por 32 años.

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