Zona de guerra.- Los danilistas se ponen “como el diablo” cuando les dicen que este Gobierno va derechito hacia una dictadura y que el presidente Danilo Medina es un pichón de dictador que solo habla por señas, pero lo que ocurrió en el Congreso Nacional, donde un grupo de diputados y seguidores del expresidente Leonel Fenández fueron reprimidos con bombas lacrimógenas, no ocurre en ninguna democracia que verdaderamente merezca ese nombre. Tampoco puede hablarse de verdadera democracia si, al día siguiente de presenciar ese lamentable espectáculo, de ver cómo se irrespeta la dignidad y la investidura de los legisladores, el lugar es convertido en zona de guerra, rodeado por cientos de militares y policías portando armas largas, sin que exista una amenaza terrorista, de golpe de Estado o cosa parecida. A menos, claro está, que se consideren peligrosas para la paz social y la estabilidad del Gobierno las protestas pacíficas que desde hace semanas realizan en los alrededores del Congreso quienes se oponen a una nueva reforma de la Constitución para habilitar al presidente Medina. Y todo eso está pasando, por si todavía no han caído en la cuenta, en el mismo país donde hace unos días intentaron matar a una estrella mundial como David Ortiz porque lo confundieron con alguien que no se le parece en nada, y donde podemos leer en el periódico, como la cosa más normal del mundo, que dos rasos de la Policía fueron apresados por pertenecer a una banda de atracadores. Quien allende los mares se entera, gracias a la televisión satelital o las redes sociales, de la “guerra” que se libra en el Congreso y, sobre todo, del motivo por el cual lo han rodeado de guardias y policías, tiene derecho a pensar que solo en las repúblicas bananeras pasan esas cosas, por lo que no se sorprenderá ni se extrañará cuando le digan que aquí los turistas se están muriendo como pajaritos, y de manera “misteriosa”, en nuestros hoteles.