En el mes de los maestros. Carta a los maestros

En el mes de los maestros. Carta a los maestros

Me pregunto si ustedes, maestros, están conscientes de que tienen una gran responsabilidad en esa evidente falta de calidad de la educación.

Enseñarás a volar
Poema de la Madre Teresa de Calcuta
Enseñarás a volar,
pero no volarán tu vuelo.
Enseñarás a soñar,
pero no soñarán tu sueño.
Enseñarás a vivir,
pero no vivirán tu vida.
Sin embargo…
en cada vuelo,
en cada vida,
en cada sueño,
perdurará siempre la huella
del camino enseñado.

Queridos maestros:
Mañana 30 de junio se celebra nuestro día. Y digo “nuestro” porque como ustedes yo también he sido maestra toda mi vida. No concibo mi vida sin estar en las aulas, sin tener el diálogo creativo con los estudiantes, sin intentar de empujar a los que se quedan atrás en las aulas. O sin intentar acompañar a aquellos que son tímidos o no son capaces de superar los traumas familiares.
Esta carta no es para los maestros que asumen, asumimos nuestra labor como una misión de vida, sino para aquellos que la docencia es una simple labor por la devengan un salario. Como meros obreros de la educación, sin pensar, ni por un instante que muchas vidas dependen de su ejemplo y de sus enseñanzas.
Entiendo, queridos maestros, que muchos de ustedes tienen que hacer de tripas corazón para llegar al lugar de sus escuelas. Que deben dejar sus hogares para sortear la suerte que los llevará a los recónditos lugares donde está la escuela. Que deben enseñar asignaturas para la que no fueron formados. Que deben inventar contenidos para llenar las horas.
El futuro del país está en sus manos. ¿Cómo confiar en lo que ustedes enseñan, si no tienen oportunidad de renovar sus conocimientos? ¿Cómo confiar en la renovación de sus contenidos si no cuentan con bibliotecas actualizadas, ni tienen acceso a internet? Me hago estas preguntas y pienso en dos maestras que eligieron ese camino. Una estudió educación básica, pero su única oportunidad para entrar al sistema fue enseñando inglés. Ahí estuvo dos años inventando, sin saber el idioma que enseñaba. Suerte del destino, ya está en sus aguas, pues fue colocada en el lugar que le correspondía. Nos vimos hace poco, y me dijo que quería renovarse. En su campo no hay bibliotecas cerca ni tampoco tiene acceso a las redes para acceder al internet. ¿Qué se han hecho los proyectos de computarización de las escuelas? Le pregunté y ¿cómo te haces para preparar tus clases? Como puedo, me respondió. La otra está por obra y gracia del Espíritu Santo en la tanda extendida. Le pregunté qué hacía durante las horas extras y me respondió: “dejarlos jugar”.
Y por eso, a pesar de la inversión del 4%, seguimos obteniendo notas bajas y reprobatorias en las llamadas pruebas nacionales, que tienen un carácter diagnóstico. Se ha diagnosticado muchas veces: estamos mal. Las notas de los estudiantes es una evidencia de la mala, malísima, malísima, malísima, malísima calidad de la enseñanza. Volvemos al tema anterior: el aseguramiento de la calidad.
Me pregunto si ustedes, maestros, están conscientes de que tienen una gran responsabilidad en esa evidente falta de calidad de la educación. En el proceso enseñanza-aprendizaje, ustedes, nosotros, tenemos la mayor responsabilidad. Educar no es repetir, no es enseñar a memorizar, no es inventar lo que no sabemos. Educar es un acto creativo, de aprendizaje mutuo y de compromiso.
Estoy muy consciente de que la baja calidad de la educación no es únicamente responsabilidad del sistema, es sobre todo de nosotros, los maestros.
Está demostrado que una buena escuela bien equipada, con aulas inteligentes no funciona si no cuenta con maestros comprometidos. Un aula destartalada con un maestro bueno, que asume la educación como una apuesta al futuro es mucho más eficiente.
Les pido, queridos maestros, que se revisen. Si no están comprometidos con la educación, con el futuro del país y del mundo, abandonen las aulas, y busquen otro oficio que les pueda ofrecer el pan de cada día.
Para ser maestro se necesita amar la educación.
Para ser maestro se requiere creer en el futuro.
Para ser maestro hay que apostar a las nuevas generaciones.
Para ser maestro se necesita compromiso y optimismo. Los pesimistas deben irse a otro lado, pues ellos son retrancas en el proceso educativo.
Para ser maestro se necesita convencimiento de que hay que renovarse continuamente. Que para educar hay que aprender. Pues como decía Richard Bach todos somos aprendizajes y maestros.
Para ser maestro hay que ver el oficio de enseñar más allá de un trabajo. Enseñar es una manera de vivir y de ser.
Si no eres capaz de amar la educación, si no eres capaz de acompañar a los jóvenes en sus procesos, si no eres capaz de ser ente inspirador y ejemplo a seguir, abandona la docencia.
Si no eres capaz de educar mediante el diálogo, porque eres un ser represivo, abandona las aulas.
Si no eres ejemplo de vida, abandona las aulas.
Si no eres capaz de caminar por las calles y que los alumnos te respeten, abandona las aulas.
En este día del maestro, te pido que revises tu práctica cotidiana. Revísate, analízate y si no tienes vocación, abandona las aulas, que haces daño.
Para aquellos que son optimistas, que aman enseñar, que creen en el futuro, les invito a seguir y a disfrutar de los abrazos de los alumnos agradecidos.

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