Como un hecho inverosímil e insólito puede calificarse la acción acometida por la Policía Nacional, el día lunes 24 del mes que discurre, al acordonar, no solo la plazoleta situada frente al Congreso Nacional, sino todas las vías aledañas desde la avenida George Washington (malecón), hasta la avenida Independencia.
Los convocantes a la movilización habían obtenido un permiso para la utilización del espacio público emitido por la Dirección de Tránsito y Movilidad Urbana de la Alcaldía del Distrito Nacional, que paradójicamente quedaba justo frente en donde se originaron los incidentes. Si la Policía Nacional puso en duda la veracidad del mismo, hubiese bastado que uno de los numerosos efectivos fuese enviado a corroborar su autenticidad. Ya la Policía Nacional había incautado las carpas en las cuales se iba a montar la vigilia de los diputados y seguidores del expresidente Leonel Fernández, los cuales se preparaban para montar una vigilia contraria a la reforma de la Constitución de la República.
Sin enfocar el encuentro desde el punto de vista político, ya que afortunadamente no pertenecemos a ninguna institución partidista o movimiento cívico militante, creemos que la Policía Nacional cometió una grave arbitrariedad al enfrentar con macanas y gases lacrimógenos, ciudadanos indefensos que se vieron inmersos en un forcejeo dentro de los cuales se contaban algunos legisladores. El motivo, al decir de los manifestantes, era para demostrar su decidida oposición a que el Congreso aprobase una eventual modificación de la actual Constitución, que permitiese al presidente Danilo Medina, optar por un tercer período en las elecciones de mayo de 2020.
Al parecer, en la República Dominicana la Policía Nacional acciona como un estamento militar, ya que cuenta con más de cuarenta generales activos, uno de los cuales, fue el que dialogó con los manifestantes y les informó, que las carpas que habían sido desplegadas en la plazoleta, habían sido incautadas y que las mismas reposaban en el palacio de la institución.
El viernes 21 agentes femeninas de la policía penetraron el local de la Asociación Dominicana de Enfermería (ASONAEN) y dispersaron una rueda de prensa convocada por esa asociación para denunciar males que aquejan el gremio, grabando con móviles a los presentes, tomando notas sobre los mismos, actitud que fue considerada por los participantes como un acto aberrante y represivo propio de sistemas dictatoriales.
En nuestros tiempos universitarios aprendimos, que la Policía Nacional no es un cuerpo castrense sino un auxiliar de la justicia. Por lo tanto, estando la manifestación frente a la Procuraduría General de la República, se debió notificar a un representante del Ministerio Público, para que tomase medidas tendentes a implantar el orden. Además, proceder a la verificación del documento que había rechazado el general actuante.
Nosotros, que debíamos asistir al Departamento de Planeamiento Urbano del Ayuntamiento, fuimos impedidos de penetrar ya que las bocacalles estaban bloqueadas por grúas, ambulancias y unidades del 911. Por suerte, un pedazo de la calle Rafael Damirón estaba libre y penetramos en el local de la Comisión Nacional del Cacao, desde donde nos devolvimos sin poder realizar la encomienda que habíamos planificado.
No sabemos la cantidad de efectivos militares y de la Policía Nacional que participaron en este operativo a todas luces desproporcionado. Al parecer, nuestros soldados pensaron que iban a un campo de batalla con armas automáticas y largas; así como, vehículos blindados y de asalto. Qué dispendio de energía y de gasto público, ya que esa movilización tiene un elevado costo que lo pagamos nosotros con nuestros impuestos.
La prensa internacional se hizo eco de tan imponente manifestación la cual nos recordó, el despliegue que realizaba la policía en la avenida Alma Mater con José Contreras, que de tantos simulacros y maniobras melodramáticas, el populacho denominó jocosamente el lugar como el “Golfo Pérsico”.
Creemos que actuando con abuso de autoridad, nuestros cuerpos castrenses, en lugar de lograr mantener el orden público, lo que hacen es exacerbar los participantes, que piensan que esos mismos efectivos deberían protegerlos, en lugar de hostigarlos. Ojalá, las aguas vuelvan a sus niveles y que se haya entendido, que a mayor movilización, menos respaldo de la ciudadanía, que tuvo que desplazarse en la zona con desasosiego, para trasladarse a sus áreas de trabajo.