Con frecuencia se dice que “nuestra Policía Nacional” resuelve los casos que quiere, como quiere y cuando quiere, tal vez porque se muestra eficiente y oportuna cuando la víctima es gente conocida, famosa o influyente, lo que no ocurre cuando se trata de cualquier hijo de vecino. De eso es un buen ejemplo el atentado al expelotero de Grandes Ligas David Ortiz, que las indagatorias policiales determinaron fue herido por error, porque fue confundido con alguien que tenía una cuenta pendiente con un “conocido narcotraficante” al que declaró prófugo y del que dijo ignorar su paradero. Esa eficiencia selectiva sorprende y despierta suspicacias, pero más que nada molesta, pues lo deseable, lo justo, es que la Policía sea así de eficiente y oportuna en todos los casos, sin importar si se trata de gente famosa o de un ciudadano común al que solo conocen en su casa. Todo esto lo digo porque, al parecer, estamos ante otra muestra de esa eficiencia, porque dígame usted si no resulta sospechoso que en medio del pleito de los peledeístas, que mantiene en vilo al país y al PLD al borde de la división, y el escándalo por los sobornos que pagó Odebrecht para construir Punta Catalina, que todavía no se sabe en qué parará ni a quiénes arrastrará al abismo, se anuncia que el autor intelectual del atentado a David fue apresado. Y que otro de los que participó en la trama fue detenido por la Armada en alta mar, frente a las costas de Samaná, cuando se dirigía en una yola hacia Puerto Rico. ¡Cuánta coordinación! Coordinación o coincidencia lo cierto es que no serán pocos los que interpretarán el anuncio de su apresamiento, el mismo día y en circunstancias tan distintas, como un intento de sacar de las primeras planas y las redes sociales el lío del PLD y, sobre todo, a Punta Catalina, que ya sabemos no es una santa. Pero que sepan sus patrocinadores, para que luego no aleguen ignorancia, que ese golpe de efecto solo durará lo que dura el alivio de una aspirina en un paciente terminal de cáncer.