Féminas RD votaron por primera vez en 1942, pero hubo un ensayo en 1934
En los anales oficialistas consta que el 16 de mayo de 1942 las dominicanas votaron por primera vez en unas elecciones generales; pero obvian los cronistas que el hito no es fortuito ni era parte de una agenda de Estado a favor de la inclusión plena de las mujeres (aún pendiente); una serie de vindicaciones y acciones le antecenden, y al recopilarlas desde la perspectiva de género y la «Historia de ELLAS» se evidencia que la venidera conmemoración del 79 aniversario del voto femenino no fue fruto de un «regalo» de la tiranía. Al contrario….
La AGENCIA decisiva para el voto de 1942 ocurrió ocho años antes, en 1934, cuando 96,247 féminas desafiaron la incredulidad que sobre ELLAS esparcían constantemente quienes las adversaban, atribuyéndoles «incapacidades», intelectuales y físicas, para ejercer en autonomía sus derechos políticos y civiles; eran muchas las voces altivas que en las plazas y los ateneos advertían que «si las mujeres votaban descuidarían el hogar y a los hijos»; son más que suficientes los articulistas de la época que arengaban en contra del sufragio de las mujeres, pues «si ellas votaban» se colocaba en peligro «la fe y la familia».
Es por eso que el «Voto Ensayo» de 1934 constituye una respuesta contundente de las «sufragistas de vanguardia» al Decreto No. 858, promulgado entre octubre y noviembre de 1933, ya que esta pieza más allá de señalar que correspondía a la organización política Acción Feminista Dominicana (artículo 5) la potestad de organizar estas elecciones, en su espíritu cuestionaba si era necesaria una reforma constitucional para «conceder o no» a las mujeres el «derecho de elegir y de ser elegidas».
Entonces, ante el Decreto No. 858, las pioneras del sufragismo reconocieron que estaban atrincheradas, pues el «Voto Ensayo» de 1934 emanaba de un texto – cual réferendum- decisivo no para elegir a un nuevo mandatario, ni para ser electas, sino para favorecer o no una reforma constitucional que les concediera plenamente el derecho político; un desafío que ponía en duda tanto las necesarias vindicaciones que se hacían desde 1920 a favor de la participación política, como si en verdad las OTRAS compartían las «ideas sufragistas», en medio de un océano de críticas que la consideraban infundadas.
Así, mientras más de 96 mil mujeres acudieron a las mesas colocadas solo para ellas el 16 de mayo de 1934, ratificando sus capacidades y esperanzas de autonomías; los estratagemas políticos lograron que 286,937 votantes hombres favorecieron mayoritariamente a la naciente tiranía.
Y, de hecho, las boletas que 96,247 féminas completaron a las siete de la noche del 16 de mayo, según consta en la primera crónica electoral realizada por una mujer en el país, la maestra normal y periodista Petronila Angélica Gómez Brea, «constituyen un triunfo de las mujeres dominicanas, que por primera vez concurren, aunque a modo de ensayo, a manifestar su deseo de que sea reformada la Constitución del Estado en aquellos artículos que la desfavorecen».
Gómez Brea resalta que la participación de las mujeres votantes en la jornada del «Voto ensayo» de 1934 «resultó en ser la abolición de la incapacidad intelectual de la mujer para ejercer el sufragio»; recordando que en 1927, la jefa de redacción de la revista Fémina, la periodista y mujer de hogar, Consuelo Montalvo de Frías, ya pronosticaba este triunfo.