¿Les digo Algo?

¿Les digo Algo?

El activismo por las eventuales nominaciones para los comicios electorales del 2020 es un grotesco carnaval de liderazgos inventados por los mercaderes políticos acostumbrados a sacar ventajas a militar en un partido con posibilidades de ser elegido para ocupar el poder.
En los últimos meses las actividades soterradas de los seguidores de los dirigentes del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), del Partido Revolucionario Moderno (PRM), del Partido Reformista Social Cristiano (PRSC) y los grupos de algunos de los emergentes, explosionaron cual bombas molotov generando un mayúsculo reperpero.
En los congresos latinoamericanos y caribeños sus representantes han sido protagonistas de acciones increíbles, sin embargo, hasta ahora, no se había registrado una como la ocurrida la semana pasada en los alrededores del parlamento dominicano donde diputados del partido de gobierno fueron reprimidos por un contingente policial llamado por el presidente del Senado para evitar que sus compañeros protestaran en contra de la reelección.
A pesar de que la población está consciente de los tejemanejes de los políticos de éste país y de sus conductas insólitas, no ha dejado de asombrarse de que las disputas por el poder, sostenida entre los líderes del partido de gobierno, salieran a la luz pública de modo tan descarnado y feroz como la intensidad de los macanazos recibidos por varios legisladores.
El profesor Juan Bosch, en los cursos de educación política que impartía a sus correligionarios después de la constitución del PLD, hablaba de la importancia de que la nueva entidad no se convirtiera en una más de las que había en el país, que debía ir al pueblo, pero no llevarlo al partido para evitar que los vicios de la pequeña burguesía lo corroyeran.
Decía que la condición de pequeños burgueses de muchos políticos les hacía olvidar los principios partidarios cuando alcanzaban el poder se enceguecían.
Los partidos, tanto en el mundo desarrollado como en el subdesarrollado están desacreditados, al convertirse en los medios de los políticos enriquecerse y dirigir los países obviando las promesas hechas a los pueblos de cambiar las precariedades por mejores condiciones económicas y sociales.
Han convertido la democracia representativa en un fraude contra los pueblos y las elecciones en la vía para asaltar y pervertir las instituciones del Estado, convirtiéndolas en mamparas.
La República Dominicana pasa por un periodo aciago que no permite ver claramente su destino.
La corrupción permea las actividades públicas y las privadas, el macuteo, el tráfico de influencia, las acciones ilícitas de apropiación de recursos del Estado y la carencia de un liderazgo capaz de enfrentar este desorden pernicioso, tiene muy inquieta a la ciudadanía.
¿Qué dirían Juan Bosch, José Francisco Peña Gómez y Joaquín Balaguer, líderes que dirigieron el país el siglo pasado, de la deplorable conducta de quienes los han sucedido en esas tareas? ¿Cuánta culpa tienen de la conducta de sus “discípulos” y seguidores?
“Para hablar mentira y comer pescado (ya no) hay que tener mucho cuidado”; aquí las mentiras políticas son tan grandes que se salieron de control y amenazan con arrastrar a muchos enceguecidos por las bisuterías del poder.

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