MADRID, España– Europa arde por la ola de calor africano, por las arenas del Sahara, que han provocado en algunos lugares, temperaturas nunca vistas por estos lugares, que han llegado a subir hasta los 46 grados, con la excepción de algunas comunidades como Galicia, Asturias, Cantábrico, donde la gente todavía tiene el privilegio de usar chaquetas, pues las temperaturas oscilan entre los 22 y 23 grados.
La bochornosa y temida ola de calor provocada ha sido la carta de presentación de las vacaciones escolares de verano, cuando millones de personas se desplazan para pasar días de ocio al aire libre.
En España, más de 30 millones de turistas, más los locales abarrotan las tres mil playas repartidas en todo el territorio español, famoso por la Costa de Sol, la Costa Brava, y muchas más, donde en la arena no hay cabida ni para un cangrejo, todos como sardinas en lata, una locura compartida principalmente por ingleses, alemanes, suecos y otros vecinos del Viejo Continente.
España tiene en el turismo de playa y sol, una de las principales fuentes de ingresos económicos, de tal forma, que luego de finalizada la Guerra Civil, la nación quedó en grave estado, y gracias al turismo de playa y sol, los españoles pudieron salir del abismo en que se encontraba.
Las playas están situadas en todas las costas, pero Madrid no tiene playa, y es un atractivo menos para ser visitado en verano, razón por la cual, su turismo baja… el agua solo puede verse correr en los lugares donde pasa el río Manzanares.
Ante esta desventaja, un 70 % de los madrileños tienen piscinas en los residenciales, apartamentos, casas, en fin, en sus viviendas, que les permite disfrutar el verano. No tienen que ser millonarios para disfrutar un buen chapuzón en los patios interiores donde residen, algunos, sin respetar las advertencias de los dañinos que, a ciertas horas del día, pueden resultar los rayos de sol.
Las inusuales temperaturas agobian a la bella París, toda Francia, y hasta la fría Alemania, que se derriten de calor, tanto que han puesto a temblar públicamente a la misma canciller alemana Ángela Merkel, y como el mundo es un pañuelo, hasta en la República Dominicana el polvo del Sahara está presente, y la ola de calor africano sofoca a los dominicanos.