El romance entre Rusia y China es un mal presagio

El romance entre Rusia y China es un mal presagio

China's President Xi Jinping, left, poses with Russia's President Vladimir Putin for a photo at the BRICS summit in Johannesburg, South Africa, Thursday, July 26, 2018. Xi said Wednesday the world faces "a choice between cooperation and confrontation." (Alexei Nikolsky, Sputnik, Kremlin Pool Photo via AP)

Mientras Estados Unidos y sus aliados observan el acercamiento entre Rusia y China, harían bien en prestar atención al consejo de que no se deben cruzar las corrientes. Cada rival es peligroso, pero a medida que convergen se convierten en una verdadera amenaza global.
Una indicación concreta de este riesgo creciente es la mucha mayor audacia de la Armada rusa, que se ha enfrentado a los buques de guerra estadounidenses en los mares de casi todo el mundo. El ejemplo más reciente de estos choques en el mar, cuyo peligro fue realmente significativo, fue la casi colisión del crucero de guerra “Chancellorsville” de Estados Unidos y un destructor ruso que hizo un acercamiento temerario a menos de 30 metros de distancia en las aguas del Pacífico occidental, una zona marítima que los chinos está considerando cada vez más como una de sus regiones de influencia militar.

Durante la mayor parte de la Guerra Fría, China y la Unión Soviética mantuvieron una distancia más o menos prudente entre sí. Sin embargo, durante los últimos años, bajo los presidentes Xi Jinping y Vladimir Putin, se están acercando cada vez más. Esta unión, que posiblemente resulte en un bloque unificado que termine por dominar el continente euroasiático, puede ser la tendencia geopolítica más importante del siglo XXI y una con las consecuencias más duraderas en las siguientes décadas.

La pareja tiene una cierta lógica. China está creciendo rápidamente como una potencia global y tiene una gran población, sin embargo, carece de muchos recursos naturales vitales. Por el contrario, Rusia está fallando económicamente y tiene una población decreciente, pero está sumamente cargada de madera, agua, minerales de todo tipo, oro, petróleo y gas natural. Ambos, además, comparten una larga frontera y son estados decididamente autoritarios, con un gobierno de partido único y de una sola persona. No obstante, y por encima de todo, comparten una clara antipatía por Occidente en general, con sus molestos esfuerzos por difundir la democracia y apoyar los derechos humanos en todo el mundo, y el desdén por Estados Unidos en particular. Esos factores en común son ya más que suficientes para generar un mayor nivel de cooperación entre ambos, si bien no (aún) una alianza militar formal.

Rusia, sin embargo, debe tener mucho cuidado con lo que desea. Los líderes chinos miran con anhelo los tramos perceptiblemente ilimitados, despoblados y ricos en recursos de Siberia, de la misma forma en que un perro mira un jugoso filete desde afuera de una carnicería. Putin, quien es un pensador táctico y cuenta con un gran talento, puede estar cometiendo un error estratégico al cerrar un acuerdo demasiado comprometedor si se mueve hacia una alianza oficial con los chinos.
China con más liderazgo
Con el tiempo, y dadas las perspectivas de mediano y largo plazo de ambos, el socio dominante va a ser Beijing, no Moscú. Pero por el momento, los lazos más estrechos con China brindarán a Rusia nuevos mercados, un apoyo político necesario en la escena global y, sobre todo, un fuerte contrapeso a Estados Unidos. Actualmente la Unión Europea tiene sus debilidades y esto incrementa entonces el valor de la asociación chino-rusa a los ojos de los dos participantes.

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