Crisis de la crítica, dictadura del mercado

Crisis de la crítica, dictadura del mercado

Hablar de la crítica de arte hoy equivale a hablar de una institución cultural. La crítica de arte es algo más que un ejercicio profesional individual: actúa en el ámbito de la cultura y la sociedad. Ejercerla va más allá de un mero ejercicio del criterio; implica, sobre todo, un compromiso con la cultura. Pues la crítica es precisamente eso: un acto de cultura comprometido. Hoy se hace preciso (re)pensar la crítica de arte: esto es, redefinir su naturaleza, su objeto y su función en el contexto de la tardomodernidad y del tardocapitalismo.

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En los albores de un nuevo milenio, ¿cuál debe ser la estética y la ética de la crítica de arte? ¿Cuál es la relación actual entre crítica de arte y mercado de arte? En un mundo cada vez más determinado por las reglas del mercado en todos los ámbitos –incluidos el arte y la cultura-, ¿cuál es la función de la crítica de arte? ¿Acaso ha perdido ella totalmente su función, como afirma el historiador de arte Benjamin H. D. Buchloh? Frente al triunfo globalizador del mercado, que parece decidir el valor estético y monetario del objeto artístico, ¿qué influencia tiene la crítica? ¿Debe ser la crítica hoy lo mismo que fue ayer? En el contexto de un ecosistema cultural global, ¿qué papel desempeñan hoy esas otrora figuras eminentes que son el historiador, el crítico y el teórico del arte? ¿Cómo asume la crítica el llamado “arte digital”? ¿Qué significa hoy ejercer la crítica desde los nuevos medios globales? ¿Hay nuevos discursos de la crítica? ¿Hacia dónde va la crítica? ¿Tiene acaso porvenir? ¿O ha muerto ya, desplazada y sepultada definitivamente por la dictadura del mercado?
El espectro de temas sugeridos es amplio. Quiero limitarme a lo que sugiere el título del texto: la relación entre crítica de arte y mercado del arte. Para ello, parto de una doble hipótesis de trabajo: 1) la disminución creciente de la influencia y del poder tradicionales de la crítica de arte en la sociedad posmoderna; 2) el predominio del mercado sobre el arte y la crítica de arte en una forma cuasidictatorial.
He aquí mi tesis: la pérdida de la influencia y del poder de la crítica de arte es inversamente proporcional al auge de la dictadura del mercado. En otras palabras: la relación actual entre la crítica de arte y el mercado del arte, lejos de ser fluida y dinámica, se ha convertido en una relación de predominio de uno sobre la otra y de subordinación cuasiservil de una al otro. Esta relación se visibiliza en el fenómeno especulativo. El mercado del arte vive, se alimenta y parasita de la especulación en el arte. Y es tan especulativo como cualquier otro mercado, sea financiero, crediticio o hipotecario.
Desde la crisis profunda del marxismo como horizonte teórico y el colapso del socialismo real como realidad histórica hace tres décadas, superadas ya las estéticas ideológicas, el papel todopoderoso del Estado ha sido reemplazado por el mercado. Inexorables, las fuerzas y leyes del mercado dominan el escenario mundial. El fundamentalismo deEstado es suplantado por el fundamentalismo del mercado.
En mi opinión, este fenómeno se relaciona estrechamente con dos hechos inquietantes: primero, la llamada desmaterialización del objeto estético; y segundo, el cambio de paradigma en la producción del arte contemporáneo
El primer hecho está asociado al triunfo del arte conceptual, esto es, al triunfo de la idea de la obra de arte como idea, no como objeto. La tesis central del arte conceptual se puede resumir así: el arte es más una idea que un objeto. Se cuestiona así el concepto tradicional del arte y de la obra de arte. Las cualidades del valor artístico son fruto de una convención. Ahora basta con la mera intención del autor o del público. Gracias a la mirada del espectador, cualquier objeto adquiere el estatus de obra de arte, cualquier cosa puede convertirse en obra artística.
La consecuencia de esto es el desplazamiento semántico del objeto de su contexto, su descontextualización. Desplazado el objeto estético o artístico de su contexto, se extravía, se pierde, pierde valor. Ya no vale nada, y el crítico de arte no puede realizar ningún ejercicio sobre las cualidades intrínsecas de este objeto desplazado, descontextualizado, desemantizado. Sencillamente ya no lo puede aprehender ni reconocer ni como objeto físico, ni como objeto fenoménico, aparecido a su conciencia.
Lo curioso es la paradoja viva del arte conceptual señalada por Buchloh. Los artistas conceptuales, con su radicalidad antiobjetual, lograron que el objeto estético perdiese materia, peso, masa, gravedad. Lograron así la desmaterialización del objeto. Algo muy a tono con un mundo cada vez más virtual. Pero el mercado es caprichoso y voluble, y no obedece a postulados estéticos ni artísticos. Por obra y gracia del mercado del arte y su fetichismo objetual, los objetos estéticos han vuelto a colocarse en el centro precisamente por su valor monetario -esto es, por ser objetos de especulación financiera.

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