Tendencias del arte dominicano en Puerto Rico

Tendencias del arte dominicano en Puerto Rico

La exposición “Tiempo. Modo. Lugar. Nueva sintaxis de la plástica dominicana”, curada por Adlín Ríos Rigau e Irene Esteves Amador, que se presenta en la galería de la Fundación Cortés en San Juan, Puerto Rico, muestra las nuevas tendencias del arte dominicano actual. No es de extrañar que la apuesta por la juventud dé paso a la apertura de un nuevo escenario artístico.

C omo propuesta novedosa no encontrará, tal vez, por sí misma la aprobación de la mayoría. Si esto fuera así creo que es pertinente una lectura de los signos y los símbolos para ver cómo estos se convierten, no sólo en el arte dominicano, sino en el arte contemporáneo del Caribe.
Los artistas más jóvenes que aparecen aquí plantean una estética que muestra otro cauce de la pintura y de la representación que marca el arte del Caribe.
Esta poética se puede apreciar, como es lógico, en los colores, en las formas, en lacaligrafía y, en gran medida, en la factura que informa una expresión novedosa que bebe en la fuente del arte contemporáneo. Es un nuevo arte que se acerca al arte abstracto y neofigurativo que aparece en la posguerra y que muy bien podríamos relacionar con el arte estadounidense.
En él, la abstracción domina sobre la figuración, los temas identitarios o representativos de las mezclas de culturas o de la búsqueda de una representación en la transformación del arte universal como grito o reafirmación de lo nuestro. Esto da paso a la expresividad y la individualidad del artista.
Las obras de Raquel Paiewonsky, Gerard Ellis o Jorge Pineda se podrían yuxtaponer a ese neoexpresionismo. Una nueva expresión dentro de la artisticidad que continúa el arte contemporáneo no ya como una moda, sino como un arte que se afianza y permanece. El cromatismo da paso a una sosegada expresión y las formas buscan su decir, por su sentido inusual, sin tener que estar atadas necesariamente aun referente que descubre la mímesis. El arte deja de ser mimético para crearsu propio referente.
Esto lo podemos afirmar con la lectura de varias obras. Por ejemplo: Paiewonsky, nacida en República Dominicana en 1969, en su obra “Territory”, 2016, con una técnicamixta que, mediante el collage, y el acrílico sobre lienzo, yuxtapone varios escenariosque conforman un hipertexto en el que la circularidad contrasta con las distintas formas y que remiten a la historia del arte y a un deseo de expresión fuera de una mímesis unidireccional. Mientras que la búsqueda se encuentra en las formas que remiten al arte flamenco, tal vez a un Bosco (Museo del Prado),como refiere Esteves Amador, con otro jardín de las delicias en que los seres se encuentran en una naturaleza más cercana a una vida paradisíaca, en la que cada hombre queda segmentado, aislado, escindido de la totalidad como orbis. Es una visión de los sueños del hombre y la ausencia de realización. Y que, por el predominio del color verde, reenvía a una idealización de la vida.
La pieza de Jorge Pineda (1961) “Bozal” de 2002, un medio mixto sobre lienzo tiene un expresionismo que, si bien es abstracto, se centra en una figura canina que mira imponente desde un centro que se convierte en la circularidad centrífuga de una espiral que se prolonga y llena todo el espacio del cuadro. Los colores buscan distanciar la expresión de la vida cotidiana. El lector queda frente a una inédita representación figurativa. Sólo el referente parece representar en otros textos conocidos, pero la armonía de los colores nos retorna a la historia del arte contemporáneo.
En “Dark Side” (2008), Quisqueya Henríquez, nacida en 1961, usando metal, acrílico sobre lienzo y un bastidor sólido, nos muestra un texto acogedor de formas y maticesque sin ningún referente explícito que no sea el del arte contemporáneo donde el color y las líneas dejan fuera toda figuración. La suya es una poética sublime y a la vez dentro de la historia de la abstracción que define lacontemporaneidad.
Mientras que Charlie Quezada (1986) en su lienzo “View of an Approaching Storm”, 2018,juega con las construcciones de formas que remiten a la arquitectura, a la mirada de lo que se encuentra afuera. Una tormenta vista desde el interior de un espacio moderno. Los colores remiten al mar, ya no como algo que está ahí,sino que es subjetivado por la perspectiva del artista.
Se destacan en esta muestra la obra de Ignacio Iturria (Uruguay, 1949) que es unarepresentación de la isla, vista con los ojos de un extraño que ve y simboliza nuestra caribeñidad. En “La isla” (2016) de la serie Caribe nocturno, los objetos y sujetos en miniatura pertenecen a un mundo dominado por la forma y el color. Se crea una atmósfera que aprisiona todo el entorno provocando una lectura hermética que es a la vez simbólica. Los referentes parecen no convocar a un sentido de dominio general. La expresión es innovadora y la pieza constituye un texto de relieves provocadores e inéditos en la cultura simbólica y estética de la República Dominicana.

La presencia de Gerard Ellis (1976) con la obra “Camino a mi fiesta de cumpleaños”, de 2008, es otra muestra de una pintura que busca otras formas para su representación y donde el sentido vanguardista reafirma un arte contemporáneo que se centra en la subjetivación de la vida o de las circunstancias de los artistas como agentes de la artisticidad.

Finalmente, debo destacar la obra de Gustavo Peña (1979) quien está presente en esta muestra con “Baño en Laguna Dudú” (2016) un texto que retoma el tema de losbaños, no como Ingres, ni como Renoir, sino un baño en el Caribe, en su naturaleza y negritud. Una presentación del hedonismo, la desnudez de un cuerpo que aparece en la majestad de su propio ser con la fijeza y dignidad de la mujer negra.

En su abarcador y profundo ensayo de presentación de la muestra, la doctora Irene Esteves Amador resalta las relaciones históricas y culturales de Puerto Rico y la República Dominicana, también la dedicatoria de la exposición a la trayectoria de Cortés Hermanos en República Dominicana. Sin duda que esta presencia de la plástica dominicana en Puerto Rico abre un escenario para presentar otras constantes de la cultura dominicana. Del hacer artístico de nuestras gentes, de las preocupaciones de nuestros artistas. Y, en gran medida, punto de relanzamiento de proyectos artísticos que acerquen cada vez más a Puerto Rico y la República Dominicana.

Aunque es evidente un cambio en lo que se representa como arte dominicano en esta muestra, faltaría, a mi manera de ver, una presentación más amplia para establecer las coordenadas del arte dominicano. Ejercicio estético, que sería muy importante para reconstruir el relato y el discurso sobre el arte dominicano actual: caribeño y contemporáneo como el arte plural de nuestro tiempo.

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