Presentar una gala de premios se convierte en una tarea de alto riesgo para quien esté dispuesto a hacerlo. Estar al frente de una de estas presentaciones que son vistas por millones de televidentes puede sumir en las críticas más crueles a personajes afamados y reputados del mundo de la televisión o el cine.
Los premios Óscar se quedaron este año sin maestro de ceremonias y, según publicaron medios especializados, la gala fue tremendamente tediosa y encorsetada.
Empezaron con Queen y acabaron con Julia Roberts despidiendo al equipo del filme “Green Book”. Una voz en “off” iba anunciando a los que entregaban los premios, en una concatenación de personajes que iban y venían sin que nadie cohesionase el espectáculo.
Y, según publica la revista especializada “Variety”, los premios de la Academia de televisión, los Emmy, siguen el mismo camino.
Antes, ser elegido para presentar los Óscar o los Emmy daba glamur y reconocimiento. Ahora se ha convertido en un encargo de alto riesgo. El perfecto maestro de ceremonias es un personaje famoso, de una selecta lista, que atraiga a los espectadores, que pueda ensayar las semanas previas y que sea capaz de dirigir más de tres horas de directo.
“Es un trabajo duro y, en cierta manera, un trabajo ingrato”, dijo Jimmy Fallon, presentador de “The Tonight Show” a la revista “Variety”.
Ellen DeGeneres, otra veterana en el rol de presentadora, coincide con Fallon en lo complicado de la tarea. Según dijo a la misma revista, “es un trabajo duro por las expectativas, todo lo que está en juego y lo tensa que puede ser la energía en la sala”.
Para toda esta controversia, Fallon propone una salida. Aunque cada año los Emmy son emitidos por una cadena de televisión diferente –esta edición está a cargo de FOX–, debería haber un único presentador durante diez años. “Y sería con un:, ‘¡te guste o no, este es nuestro anfitrión!’ Así que, disfrútalo”.