NANTES, Francia.- Visitando varias ciudades y pueblos de Francia me tocó vivir una de las olas de calor más duras que ha impactado a Europa de toda su historia, y puedo asegurar que realmente fue una sensación bastante desagradable y peligrosa, debido a que las altas temperaturas afectan negativamente la salud de la gente, con síntomas que incluyen desmayos, perdida pasajera del conocimiento, debilidad, angustia y hasta infartos mortales.
A mediados de la semana pasada, ya el verano se había encargado de calentar la atmósfera, cuando apareció la ola de calor torturadora, un calor infernal alcanzando París y otras ciudades del continente más de 40 grados, un récord histórico que hizo que saltaran las alarmas por temor a que se repitiera la misma tragedia de hace varios años, cuando murieron miles de personas, situación que provocó una crisis social de dimensiones graves, pues en cientos de años los europeos nunca habían vivido un verano tan duro, además de que se pasan la mayor parte del año con temperaturas bajas, frías.
Fueron bastantes las ciudades que sufrieron este último golpe de calor que interrumpió el ritmo de vida normal de muchas personas, que optaron por quedarse en sus hogares y no exponerse a un tiempo anormal que prácticamente les tomó por sorpresa y del que temen sus posibles consecuencias.
Cuando llegan las olas de calor, los turistas son de los que más se resienten, pues viajan para conocer lugares del destino seleccionado y normalmente los recorridos en las ciudades y pueblos de interés histórico y cultural se realizan caminando, pues es la mejor manera de apreciar lo que se observa. Ningún turista desea quedarse dentro del hotel o cualquier otro alojamiento, aunque tengan acondicionadores de aire, pues no ha viajado con esa finalidad, todo lo contrario, entonces si se va de vacaciones en verano, es casi seguro que recibirá el castigo de las altas temperaturas, estará dentro de la vorágine infernal, y se tienen solo unas cuantas horas para conocer los lugares escogidos. Las calles se hacen obligatorias aunque sea sudando a mares. Por todas estas cosas, cuando me encontraba en medio de un calor sofocante, caminando por el centro de la ciudad de Nantes para conocer su Catedral de San Pedro y San Pablo, un monumento excepcional de fachada gótica del siglo XV, dedicada a la Virgen María, con una larga historia desde la época medieval, bendije los interminables aguaceros que cayeron refrescando la ciudad durante dos días, unas lluvias que relajaron a la gente del lugar.