1960: Trujillo dice a santiagueros quiere ser su gobernador

1960: Trujillo dice a santiagueros quiere ser su gobernador

Para presentar a Trujillo en Santiago, desde el día anterior viajamos Jaime López Brache, Luis Acosta Tejeda y este servidor. En la mañana del día programado para el cínico discurso de “el Jefe”, a la puerta de la “Mansión” nos presentamos los tres locutores de La Voz Dominicana. Apareció el coronel Roberto Figueroa Carrión, quien autorizó la entrada de Luis Acosta Tejeda y de J. A. Núñez Fernández; Jaime López Brache fue ignorado y al final tocaremos ese asunto.

Los autorizados a entrar fuimos conducidos hacia el salón donde estaban instalados los micrófonos. Ahí ya se en encontraban los locutores de Radio Caribe Lamela Leger y Fidencio Garris. Luis Acosta y yo nos colocamos frente a nuestros micrófonos.

Llegaron el Generalísimo y su hermano José Arismendi, que le cubría la espalda. De inmediato empezó la presentación del omnímodo disertante, quien tenía su discurso bien ensayado, pues no hubo ni pifias ni titubeos. Él quería ser el gobernador de Santiago y les pidió a los munícipes, que por favor le otorgaran esa merced. Al concluir su pieza oratoria, Luis Acosta Tejeda le manifestó: “Excelencia permítame felicitarlo”. El disertante extendió la diestra; pero rápidamente encogió el brazo y preguntó: “¿Por qué usted me quiere felicitar?”. Luis Acosta le respondió: “Por ese nuevo cargo que usted va a ostentar, en su larga carrera de servicio a la patria”.

Y ahí dijo el mandonista hombre del bicornio emplumado: “Esa felicitación, yo no puedo aceptarla. Y si estas gentes van y no me quieren como su gobernador, entonces quedo yo con la cara bien larga”.

Rápidamente el “Jefe” se dirigió a Fidencio Garris, le clavó sus ojos de basilisco y le preguntó: “¿Usted bebe?” La respuesta del buen amigo Fidencio Cristóbal Garris y Rodríguez fue “No señor, yo no bebo”.

La misma pregunta se la hizo a Santiago Lamela Geler y la respuesta de éste, al igual que el anterior, fue: “No señor, yo no bebo”.

El tercer cuestionado resultó Luis Acosta Tejeda, quien respondió del mismo modo que los locutores de Radio Caribe.

Me tocó el turno a mí. Y como el cerebro funciona en fracciones de segundos, calculé que si respondía que yo no bebía, iba a resultar un charlatán y embustero, frente al general José Arismendi, quien más de dos veces me había llamado a capítulo, porque alguien le “había soplado” que me había visto ingiriendo alcohol. Por eso le respondí: “Sí señor, yo bebo”. Trujillo volvió a preguntarme, ahora: “¿Qué prefiere whisky o cerveza”. Mi respuesta fue: “Prefiero cerveza”. En tono alto Trujillo llamó “Pedro, Pedro”.

Inmediatamente apareció un oficial de la Marina y señalándome a mí, le ordenó “Bríndale cerveza de la que yo bebo”. De ahí salimos hacia el Hotel Mercedes, donde recibí un mensajero de López Brache, lo seguí y en una barra encontré al compañero algo “turulato” por los tragos ingeridos. Me arriesgué bastante y le manifesté: “Alégrate, que no te dejaran entrar. Porque así no te hiciste como Acosta Tejeda y yo, cómplice de la burla de que ha sido víctima el pueblo santiaguero. “Y le agregué “No te olvides que tu eres nieto del general José Brache, que cayó en una calle de Moca víctima de los balazos del “Cubano y del Aruñao”. A partir de ese día me gané un buen amigo. Amistad acrecentada y solidificada a partir del 24 de abril del 1965.

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