Más allá de responder esta pregunta señalando que se trata del máximo líder del Estado y Partido Comunista de China es pertinente comprender que se trata, además, del líder dispuesto a conducir una nación con trayectoria milenaria a ocupar lo que considera un merecido lugar histórico. Xi Jinping era un joven de los que en la sociedad china, hace cincuenta años, consideraban “princesitos”, hijos de personalidades relevantes de la historia china comenzada a escribir hace 70 años con el triunfo de la Revolución que condujo a la proclamación de la República Popular China. Sin embargo, su vida no fue fácil, durante su pre adolescencia su progenitor, uno de los “padres” de la Revolución, fue apartado del Partido. Xi, como muchos jóvenes del momento de la llamada “Revolución cultural” de los años sesenta, fue a trabajar al campo y lo hizo en condiciones muy duras siendo famoso el hecho de que quien hoy es el líder de la potencia emergente del siglo XXI, vivió en una cueva. Xi no tuvo dudas de su porvenir, a pesar de las dificultades políticas transitorias que enfrentó su padre. A los 18 comenzó su gestión política logrando entrar al PCCh con 21 años. Poco más tarde su padre, rehabilitado, fue a dirigir la provincia Guangdong, colindante con Hong Kong, y que habría de resultar la plataforma del salto económico chino.
Dirigiendo las principales instancias de poder del país desde 2012 es un criterio generalizado, dentro y fuera del país, que su ejecutoria ha significado “nuevos aires” en la evolución y desarrollo de China y ha buscado el refrescamiento del contacto del liderazgo con las bases sociales. Además, ha profundizado el proceso de reformas económicas basadas en el mercado que de manera evidente ha llevado a una profunda reducción de la pobreza y, consecuentemente, forjar una clase media de 800 millones de habitantes; la más grande del mundo. Su estilo y política han puesto en evidencia su determinación de profundizar la estabilidad social sustentada en el bienestar económico, por un lado, y por otro, consolidar la autoridad y rol del PCCh en la construcción de la sociedad. Considera inquebrantable el liderazgo del Partido en el desarrollo social del país. Ha dejado claro con su quehacer al frente de la nación que sus objetivos se orientan a profundizar las reformas y apertura modernizando el sistema y revitalizar la gobernabilidad de la sociedad.
Desde mucho antes de llegar a la dirección del Partido y el Estado era visto como seguro de que arribaría a esas posiciones. Una de sus máximas prioridades ha sido la lucha contra la corrupción y se asegura son cientos de miles los sancionados con severidad. Cuando fue electo en 2012 prometió que empuñaría “una espada contra la corrupción” y lo ha hecho advirtiendo que no “se unan al Partido si quieran ganar dinero”. Ha prometido forjar una nación rica y poderosa sustentada en la dirección del PCCh. Analistas consideran que su pensamiento en una síntesis de ideas políticas de Mao y el pragmatismo económico y de mercado de DengXiaoping. Así está enfocado. Ese es Xi Jinping.