Mañana domingo debemos votar por el candidato que entendemos que mejor podrá conducir el Estado dominicano a partir del 16 de agosto del 2020.
De eso se trata, de seleccionar a quien representará a nuestro partido en las elecciones generales de mayo del año próximo, de quien gobernará desde agosto del 2020 hasta agosto del 2024.
Estas elecciones, son el primer paso importante para llegar al gobierno y desde allí hacer lo necesario para enderezar la difícil situación en todos los campos que es necesaria.
Estas elecciones primarias son tan importantes que, hasta los representantes de los intereses del gobierno, critican lo que está mal y prometen y prometen como si se tratara de candidatos de la oposición.
Esta situación inédita gobierno versus gobierno muestra cómo andamos que su propia gente lo critica y su propia gente señala lo que se debió hacer y nada se hizo en 12 años de gobierno.
Por segunda vez, en los últimos 55 años, un partido ha estado en el poder por tres períodos consecutivos y saldrá del poder, por la voluntad del pueblo, dejando una estela de promesas incumplidas, ejecutivas erradas, corrupción, y endeudamiento.
Estas elecciones marcan, como dijo Hipólito Mejía, no solo un antes y un después, sino la enorme diferencia entre hacerlo bien y hacerlo mal, en el intento de prolongar la agonía del pueblo y la cosecha de la corrupción creando nuevos ricos que sangran, de una y otra manera, el Presupuesto de la Nación.
Nuevamente el pueblo está en la cruz del camino. La carretera se bifurca y solo hay un camino que seleccionar: el camino de la honestidad, la responsabilidad, la demostrada capacidad gerencial fruto de la experiencia.
No es momento de inventar. En mi juventud representaban la oportunidad con una calva reluciente que tenía un solo pelo y estaba encebado, ahí estamos.
No hay que ser un artista, ni un politólogo, ni un sabio y sesudo investigador y estudioso de las ciencias sociales para determinar por quién votar.
Todos tenemos ante nuestros ojos las opciones y conocemos al cojo sentado y al ciego dormido; no debe haber sorpresas.
Solo podría haber sorpresas si se ejecuta un fraude tan grande que la compra de votos, que no se puede descartar, sea tan grande que tuerza los resultados previsibles.
O, también, que se empleen los recursos y el poder de amedrentar que tienen la guardia y la policía, tantas veces mal empleadas para imponer resultados electorales.
Mañana, hijo mío, todo será distinto, escribió el poeta nicaragüense que, por supuesto, ni podía prever, ni podía pensar que los sandinistas se convertirían en cruel y corrompido más de lo mismo.
Llegó la hora de las definiciones. Yo nunca tuve dudas: voy por Hipólito.