2006: Hacia el centenario natal de W.A. Mozart gloria y celebración, permanencia universal

2006: Hacia el centenario natal de W.A. Mozart gloria y celebración, permanencia universal

POR CARLOS FRANCISCO ELÍAS
1/DE LAS MANOS  DE LEOPOLD, POR FUERA, HACIA EL MUNDO INTIMO, POR DENTRO
Wolfgang Amadeus Mozart, nacería a las 8 de la noche en su amado Salzburgo, el próximo 27 de enero  se cumplirán 250 años de una historia vital, que todavía no tiene explicaciones claras ni precisas, que no han bastado los biógrafos para todo entender y asir, sus cartas, unas 2000, apenas han dibujado la magnitud grandiosa de su frondoso mundo interior, aunque sí han revelado que en esa vocación espistolar profusa, desesperada, laboriosa, se escondía el verdadero Mozart, aquel que obedecía en apariencia a su padre, mientras cultivaba un mundo personal que solo sus cartas y su música guardaban sin mezquindad, para la humanidad que vendría luego de su muerte.

Su padre le enseñó todo, le había inculcado que la riqueza material de las cortes era parte de un sistema y un mundo  que había que respetar, que el valor del dinero, el éxito y la riqueza eran  importantes, para entender la sociedad de su tiempo, que no era otra que la sociedad monárquica, cuya visión del arte y de los artistas era totalmente frívola y utilitaria.

Las cartas de Mozart revelan sin él quererlo, más por emoción y rechazo (o autodefensa), un dibujo perfecto de la sociedad que le tocó vivir y que él comprendió en sus avatares luego de adulto. En consecuencia, aquella vida por fuera con Leopold Mozart, su padre, realizada en su primera infancia de 4 años hasta los 10, con sus giras por las principales cortes  de Europa (Francia, Italia, Inglaterra, Alemania, Holanda, Italia, entre otras), tocando con brío y gracia juvenil, era la vida que luego en el fondo rechazaría.

Porque en su vida por dentro,  trazó una línea paralela de lo que entendía era la simpleza  equilibrada, el valor de otro mundo que conservaba para sí y que en su plena infancia se nutrió del juego y la contemplación humana, ello se explica en el corazón puro y vivo de su música, su universalidad y trascendencia casi intacta hacia nuestros días.

En otras palabras, Mozart vivió mundos paralelos : lo que Leopold le enseñaba, música, técnica y visión de sociedad, y la que su ingenuidad descubría jugando con criados y seres “inferiores” de las cortes, donde era el gran invitado de altos dignatarios monárquicos.

Al cabo del tiempo, visto de este modo, sería interesante preguntarse si en esas giras con su padre el prodigio niño,  ¿ era un protagonista de circo o el orgullo de un padre admirado por el talento prematuro de su hijo en quien veía más que superación, grandes transacciones futuras?…

Más que un mito Mozart, lo que ha existido es el apuntalamiento de una tragedia no anunciada, el desgarramiento y choque producido por fuerzas emocionales, la mayoría de las veces sublimadas por la propia música producida de modo febril.

Quienes se han interesado de verdad por la música de Mozart, jamás han querido saber de aquel aspecto mórbido tratado siempre con cierto sensacionalismo, a lo largo de estos 250 años que se cumplen el próximo 27 de enero: el mito del Mozart enfermo, de las fiebres tifoideas, el de los estados de coma, el de la fragilidad de  salud como condición maldita, esencial, nos han hecho creer, para que su condición de niño prodigio fuera realizada, es decir: todo niño con conocimiento prematuro, ducho en un arte o ciencia, tiene que pagar el precio o un kalma especial, según leyenda o según superstición.

Ese aspecto de la  leyenda mozartiana todavía es motivo de grandes especulaciones escritas o investigaciones en curso.

Para quienes solo les interesa su música y él como proyecto humano, estas leyendas y misterios son pasajeros, anécdotas de un ser que desbordó su historia y su tiempo…

Sin embargo, sería llamarse a engaño no entender, que más que mito, lo que ha existido es un gran destino trágico, que solo la música ha podido disipar. Tragedia y ensoñación, juego y sonoridad, música buscando tonalidades y grandes equilibrios, que quizás no tuvo su propia vida.

Esta cronología sin grandes pretensiones,  dibuja parte de la vida  W. A. Mozart :

1756: Nacimiento, en un Salzburgo con status especial, principado religioso.

1761: Aprende su primera pieza en el clavecín y compone su primer minuet.

1763: Primera gran gira de conciertos por Europa

1769: Nombrado Maestro de Música de Salzburgo.

1770: Escrita en Milan, por encargo, la opera Mitridate, es dirigida por él.

1778: Muerte de su madre Anna María Pertl, en París.

1781: Se traslada a Viena, dejando de modo defintivo Salzburgo.

1782: Contrae nupcias con Constanza Weber.

1787: Muerte de su padre Leopold Mozart, creación de Don Giovanni.

1791: Como testamento musical, Mozart lega a la humanidad la Flauta Encantada, muere ese año.

2/UNIVERSO TRAGICO, MUSICA Y TRASCENDENCIA UNIVERSAL

Persiguiendo las huellas de su mundo espistolar detectamos una carta dirigida a su padre el 4  de abril de 1787, en dicha misiva hay un párrafo breve, curioso y digno de reflexión. Mozart  convierte en filosofía trágica una idea sobre el valor de la muerte y su significación cuando en la fecha arriba indicada le confiesa a su padre: “Le agradezco a Dios el haberme dado la ocasión, de aprender a conocer la muerte como algo clave de nuestra verdadera felicidad. No me acuesto jamás sin reflexionar, que un día (tan joven como soy ) la muerte pueda estar ahí y ya no estaré jamás”…

¿Qué motivos podría tener un hombre de tan magnífico talento, para al cabo de años de penurias y tristeza ver la  muerte como un consuelo o un punto de referencia esencial para entender la felicidad a partir de la muerte misma?..

Miles de preguntas podrían surgir al calor de esta reflexión, es importante notar que la carta tiene el mismo año de la muerte  de su padre, por un lado y es justo recordar que esta reflexión está escrita 5 años luego de su matrimonio con la paciente Constance Weber. No hay relación quizás entre un punto y otro, pero si se muestra que el mundo material que su padre a su edad infantil, no se había mostrado muy generoso con el Mozart casado y con obligaciones de deudas y compromisos musicales por entregar de inmediato, para poder vivir. La angustia de la muerte en un compositor como la Sinfonía Jupiter,  para solo citar un ejemplo de belleza y equilibrio musical, debía ser algo terrible o en su defecto, podía crear esa dicotomía emocional de la búsqueda de un mundo alterno al mundo material y sus tragedias cotidianas.

La cita revela también una conformidad, una resignación, el alivio de quien domina su espiritualidad y ha descubierto una doble trascendencia: la de la música primero, en vida, la de la muerte después.

Una noción de conformidad que puede permitir lecturas fuertes sobre las vicisitudes de la parte final de su vida, vida adulta que nada tenía que ver con los sueños de su padre Leopold Mozart, cuando era el niño mimado de las grandes cortes de Europa. El destino trágico estaba planteado, de adulto Mozart había experimentado grandes desilusiones, al cabo del tiempo aquel mundo monárquico que había conocido en su gloria infantil, no era más, había sido un divertimento de las cortes, un descubrimiento valorado en su momento, desconociendo quizás en valor de la permanencia de su música, en sus cartas de nuevo se entiende la relación Artista / Sociedad, el esquema de la visión monárquica de los artistas y su uso temporal, el criterio de uso y desecho, de clown en el escenario, abandonado al olvido en sus días de adulto, como si se tratara de alguien que jamás trascendería, a no ser con la pompa efímera de las cortes y su boato.

¿Valoró la sociedad de su tiempo el talento de Mozart y la trascendencia y vigencia que tendría hasta nuestros días?

Más que responder esta pregunta sin todos los elementos de la historia  ante nuestros ojos, más que especular sin fuerza tomando el riesgo de una respuesta no atinada, mejor sería pensar que no siempre hay una extrecha coincidencia entre genio y época, sociedad y valoración de artista o talento… En el caso de Mozart, especialmente, quedarán siempre muchas preguntas por responder, pero su música por sofisticada y popular, al mismo tiempo, tiene muchas respuestas.

La virtud de sus manos, en la composición creó un espacio sonoro, para lo  que se puede llamar sin confusión  la melodía mozartiana, la  que reúne en la curiosidad del odio el juego mezclado con el conocimiento, la impronta de lo pueril como ejercicio vital, el movimiento permanente, el conocimiento de las emociones como modelo para todos los públicos, porque desde su origen ha sido una música inspirada en la inocencia de una vida engañada, que buscó en la música la construcción de otro planeta, en el planeta Mozart de la música están concentradas la vida, la alegría inédita, el nacimiento, la luz,  la campana, el sol, la luna, el cielo: y un espíritu confesional que en silencio reúne a todos a quienes aman su música, sin saber por qué.

La celebración de estos 250 años del nacimiento de Mozart, vuelve a poner ante nuestros ojos la importancia de un gran artista y su talento, pero también, por desgracia, la insensibilidad del tiempo que le tocó vivir, curiosamente: es nuestra devota memoria contemporánea la que le hace justicia en su presencia post moderna, justo cuando en su siglo 18 jamás se pensó que llegaría intacto a nuestro milenio: su confesión musical profunda, entre los siglos, así lo ha permitido.

Nota: “Mozart, cartas de los días ordinarios”, editada por Fayard, París. Notas y elección de cartas de  Annie Paradis, 2005.

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