2009 ¿Otro año de desmanes y desventuras?

2009 ¿Otro año de desmanes y desventuras?

Las fechas son pasos, pautas, hitos, momentos, oportunidades, espacios vacíos para ser llenados, como quien se goza en proyectos realizados o completa un formulario de trámite. La naturaleza misma nos enseña sus ritmos estacionales: cada temporada con sus faenas obligadas, sin cuyo cumplimiento en otras latitudes es imposible sobrevivir todo el año. Los dominicanos, ni siquiera esas disciplinas climatológicas. Todas las estaciones nos facilitan sus variados frutales, algunos todo el año.

A muchas personas, como a este país, las fechas se les cumplen, como plazos fatales, como pagarés vencidos de una cuenta de por vida que nunca hemos sabido honrar ni redimir. Plazos fatales hacia una ruina cada vez mayor como nación, como pueblo que se dispersó entre montes y llanuras a causa de sus malos líderes y de su propia perversidad.

No es lo mismo esperar una fecha para puntualmente cumplir nuestro compromiso. Muchos no cumplen siquiera años: se les cumplen. Y pueblos que no celebran sus fiestas patrias, sino que las mezclan con carnavales. No en vano Yahveh hizo que los egipcios sufrieran, no una ni tres, sino diez plagas; y que los israelitas sufrieran igual tanda de duras represalias: Dios quiso, y lo dice expresamente Éxodo 10: para que hubiese conciencia histórica, para que la identidad y el sentido de misión y destino persistieran a través de las generaciones. Y aun con todo, se perdieron detrás de sus propias ambiciones y de su orgullo erróneo de “hijos mimados”, y prevaricaron contra lo que Dios les había encomendado.

Los dominicanos no podemos alegar inocencia respecto al bien y el mal, en cuanto a coger lo ajeno, ni de robarnos la educación de nuestros niños, las oportunidades de nuestros jóvenes, la medicina de los enfermos, la esperanza de todos.

La pregunta necesaria es si este 2009 será un año más de iniquidades, de desmanes de autoridades, de delincuencia privada y violencia familiar; de depredación del ambiente, de destrucción de los conatos y ruinas de nuestras inefables instituciones, y de olvido de nuestras fronteras territoriales.

La respuesta es una: necesitamos desesperadamente, urgentemente, sacudirnos de esta desventura. Tenemos que hacernos de entereza y creatividad, inspirados en los ideales de Dios, Patria y Libertad. El amor y el temor de Dios de primero; La Nación-Estado como proyecto común: la libertad, como derecho de ser, de libre acceso a las iguales oportunidades de vivir dignamente.

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