2018: año para liberar economía secuestrada

2018: año para liberar economía secuestrada

A partir de pasado mañana las instancias responsables de la nación–políticos, agentes económicos y ciudadanía- estamos compelidos a actuar más firmemente para obligar al gobierno a liberarnos de la economía secuestrada que nos ha impuesto.
Una economía secuestrada por acreedores internos y externos de tantos y crecientes endeudamiento, por importadores beneficiados del sacrificio a productores originados por especulación fomentada desde el gobierno pagando altos intereses para atraer dinero y cubrir déficits.
Y por la mayor concentración de riquezas.
Un secuestro que ha producido déficits fiscales y cuasi-fiscales elevados y sostenidos, endeudamientos, importaciones per-cápita 2.5 veces mayores que antes, mitad de la riqueza concentrada en la quinta parte de la población, desempleo sin mejorar; mitigación, no superación, de pobreza, precariedad en servicios públicos elementales, degradación ambiental y territorial, deterioro identidad nacional, etc.
Con el agravante que habrá que hacerlo a contrapelo del gobierno, auto-vanagloriado de sus magros resultados, dentro de un absolutismo que lo lleva a despreciar reclamos ciudadanos; como ha sucedido con pactos prometidos y establecidos legalmente. Tal es el caso del fiscal que abortó en 2012, por aprovecharse del 4% establecido en el educativo y en el banalizado pacto eléctrico.
A pesar de la testarudez gubernamental hay precedentes de gobiernos que han tenido que ceder ante reclamos ciudadanos, incluyendo el abandono de la presidencia que no es lo postulado.
Balaguer, presidente por antonomasia y tenido como referente obligado para muchos políticos que tratan de imitarlo, llegó en varias ocasiones a “ceder a las presiones”. En 1966 abandonó el poder por la obnubilación de fuerzas que hicieron creer que el problema nacional era la dicotomía trujillista o no.
En 1994 fue obligado a una reforma constitucional que le cercenaría mitad de su período. Incluso, voluntariamente, cuando en los 80 se le exigía que aminorara su programa de construcción para evitar excesivo calentamiento económico, pronunció un discurso que anunciaba “ceder a las presiones”, es decir, contra de su voluntad.
Lo que se impone ahora es llevar al gobierno a que nos libere de la economía secuestrada que nos ha impuesto.
Conviene hacerlo ahora para evitar encararla cuando se torne mas crítico, p.e., cuando financiadores hagan exigencias de pagos o para seguir prestando.
El incierto orden internacional coadyuva a ello: presiones migratorias, calamidades ambientales, temores de hambrunas, ruidosos tambores guerra y resurgimiento de un proteccionismo que lleva a potencias a proceder más en su favor en el flujo de recursos. Un orden internacional con el que no parecemos estar bien sintonizados en el combate corrupción y tráfico de ilegalidades
No hacerlo ahora significaría exponernos a peligrosos riesgos económicos y políticos.

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