Dos años consecutivos en pandemia son capaces de paralizar y hasta de quebrar temporalmente los sueños de progreso en las artes y en la ciencia, pero no pueden matarlos.
Parodiando lo expresado por el patriota boliviano Pedro Domingo Murillo a principios del siglo XIX, decimos: “yo muero, pero la tea que dejo encendida nadie la podrá apagar”. Cierto que hemos vivido momentos de incertidumbre, dolor y tristeza por mucha gente buena que se nos ha ido para siempre, pero también somos fieles testigos del surgimiento de una pléyade de jóvenes prospectos decididos a continuar la marcha que iniciamos en la pretérita década de los ochenta.
Un apreciado colega hermano con todo el afecto y confianza mutuamente cultivados me expresó en su suave pero decidido y certero juicio: ¡Sergio es tiempo de que empieces a escribir tus memorias! Una destacada alumna de la Residencia de Patología me solicitó con mucha sutileza: “Doctor queremos pedirle que nos dicte una charla sobre la historia de la patología en la República Dominicana”. A raíz del 50 aniversario de la promoción médica 1961-1967 solicité el listado de los compañeros y compañeras fallecidos encontrando para mi sorpresa que ya el 45% del grupo son difuntos.
Cuatro décadas se han completado desde que pisamos de nuevo el suelo patrio con la sagrada misión de crear una escuela de patología y de patología forense en el país. Hubimos de arrancar desde cero con la férrea oposición de la mayoría de los pocos patólogos existentes, salvo dos honrosas excepciones. En 1982 se inició la Residencia de Anatomía Patológica con sede en el Laboratorio Nacional Dr. Defilló. En 1986 hubo de salir la primera camada de anatomo-patólogas graduadas en la República Dominicana. Más de un centenar de especialistas hemos logrado aportar a la familia médica nacional.
En 1996 establecimos la Residencia de Medicina Forense en el Instituto Nacional de Patología Forense. Pasan de cien los peritos egresados hasta la fecha muchos de los cuales mantienen la disposición de sacrificar su vida profesional en defensa de unos servicios médicos de calidad para uso en el ámbito de la jurisprudencia.
En medio de las vicisitudes por carencias, limitados recursos financieros, de infraestructura y bajos salarios desde los inicios seguimos apostando y luchando por una continua mejoría en todos los órdenes para que el país cuente con la tecnología y avances científicos existentes en el mundo desarrollado.
Cada día son menos los casos patológicos que ameritan su envío al exterior, también son raras las situaciones en que tengan que venir de fuera a socorrernos en el manejo de catástrofes forenses fatales. Aspiramos a la autosuficiencia para todas las emergencias médico-legales. Igualmente deseamos contar con los servicios nacionales de patología molecular disponibles para quien lo requiera.
Aspiramos a la autosuficiencia para emergencias médico-legales
Cada día menos casos patológicos ameritan su envío al exterior
También son raras las situaciones en que tengan que venir a socorrernos